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FRACASA
ESCUELA NACIONAL DE BELLAS ARTES. Por: Edith Gron.
En: La Noticia, 29 de Noviembre de
1962.
Durante
diez y ocho años solamente tres alumnos han logrado descollar como
profesionales aventajados.
La afirmación que adelanta el título de
estas reflexiones, harán saltar de sorpresa al directorio y profesionales de
dicha institución, laudablemente creada por el Gobierno de Nicaragua y
generosamente incrementada y sostenida por el Ministerio de Educación Pública.
También causará sorpresa mi afirmación a muchos lectores de diarios capitalinos
y departamentales, quienes leen ávidamente los innumerables artículos y
crónicas sobre los movimientos artísticos que ocurren en la Escuela de Bellas
Artes. Igualmente se sorprenderán las numerosas personas amantes del Arte, que
frecuentan las muchas y a veces excelentes exposiciones de pintores y
fotógrafos nacionales y extranjeros. Así mismo la afirmación adelantada del
“fracaso de la Escuela Nacional de Bellas Artes”, ha de sorprender al pequeño
grupo que concurre y aplaude obras escogidas en el Teatro de cien butacas,
acondicionado en uno de los salones de la misma Academia, o Escuela de Bellas
Artes.
Mi afirmación no es gratuita, ni oficiosa,
mucho menos interesada en el sentido personalista. Empero tiene un profundo
interés de servicio social. Por esto arriesgo el sortear las iras de quienes
puedan resultar perjudicados con mi afirmación declarativa del “fracaso de la
Escuela Nacional de Bellas Artes”. Su fracaso radica en su exiguo rendimiento
de obra y labor positiva de arte, y sobre todo de elemento humano, sólidamente
preparado para continuar, con ventajas y perfectivas, las inquietudes
artísticas de sus profesores y directivas, a quienes no niego el mérito del
esfuerzo de superación personal.
La enorme propaganda que se da la Escuela
Nacional de Bellas Artes, bate el récord publicitario; pero no respalda la
publicidad de sus actividades con positivo acervo de obras meritorias, que
respondan al prestigio artístico de Nicaragua, muy obligada a conservarlo en
todas las ramas de arte por la gloria cimera de Rubén Darío, que elevó el prestigio
artístico de Nicaragua a prestigio Universal.
Por este artístico prestigio universal de
Nicaragua, sorteo las iras de quienes se puedan sentir zaheridos con mi
afirmación del “fracaso de la Escuela Nacional de Bellas Artes”.
He de razonar mi afirmación para demostrar
el fracaso.
El Gobierno, interesado en promover la
cultura, y el Ministerio de Educación Pública, empeñado en estimularla, brindan
su ayuda a jóvenes de talento artístico, paga un amplio y hermoso edificio,
frente al Parque Central de Managua; y ha escogido a uno de nuestros pintores
destacados, don Rodrigo Peñalba, como director de la Escuela de Bellas Artes,
cuyo rotundo fracaso, a pesar de la asistencia de numerosos jóvenes
estudiantes, ávidos de enseñanza y superación, se comprueba durante los 18 años
que la ha dirigido el Sr. Peñalba con el hecho de que tan solo TRES alumnos han
salido como aventajados profesionales del arte. Son ellos, los pintores Omar de
León, César Caracas y Francisco Pérez Carrillo. Los dos últimos tuvieron la suerte
de ser becados por el Gobierno de Italia, y así completaron sus estudios
académicos, restándose efectivamente, por ello, al rendimiento de la Escuela de
Bellas Artes durante los 18 años de funcionamiento bajo la dirección del Sr.
Peñalba. ¿Y Armando Morales, con cuya fama se adorna la Escuela de Bellas
Artes? Este nuestro gran artista nicaragüense, ya continentalmente reconocido,
buen amigo del Sr. Director Peñalba, no fue su alumno.
Tres alumnos, preparados en 18 años, cuando
en Nicaragua se dan como flores silvestres las aptitudes artísticas de muchos
jóvenes ansiosos de aprender y de auto-superación, ¿confirma o no mis
afirmaciones de fracaso de la Escuela de Bellas Artes?
Verdad es que lo que natura no da, Salamanca no lo presta, pero es el hecho que
la natura nicaragüense da en
abundancia lo que la Escuela de Bellas Artes no aprovecha ni aporca. No culpo
al Sr. Peñalba en su calidad de pintor y maestro de las principales cátedras,
pero sí culpo a quienes han confundido las dotes artísticas del Sr. Peñalba,
con la capacidad administrativa y directiva, que comúnmente no la tienen los
artistas, por lo que resulta contraproducente mantener en la dirección y
administración a un artista como el Sr. Peñalba, que en el mismo desempeño de
la dirección de la Escuela de Bellas Artes ha perjudicado su desarrollo
artístico y la culminación de su obra, restada al mayor prestigio de Nicaragua.
Los Salones de la Escuela Nacional de
Bellas Artes, son aprovechados como taller personal del profesor de Escultura;
se hace en ellos Teatro y exposiciones, utilizando en la mayoría de los casos,
artistas ajenos a la misma Escuela, obligada estrictamente a la exhibición
promotora de la obra y labor de sus mismos alumnos. Lo que importa es que la
Escuela exhiba sus propias lograciones (sic), para que las crónicas
periodísticas reflejen el desenvolvimiento genuino de la Escuela, para que se
justifique su funcionamiento y la posición
y rendimiento del Director y sus profesores, y así tengan derecho a ser
conservados en sus puestos.
La utilización por Escuela de Bellas Artes
de artistas ajenos a ella, con exposiciones, etc.; no sólo es un error, sino la
testificación de su falla de interés por la enseñanza, incapacidad de parte de
los profesores, falta de disciplina, y en fin carencia de administración
eficaz.
Para ilustrar las fallas que anteceden,
ofrezco estos datos muy divulgados por los mismos alumnos, que año a año
disminuyen: desde el comienzo del curso, los alumnos se dedican por entero a
laborar en OBRAS DE ARTE, a veces abstractos (estilo que no se aprende, que es
consecuencia del estudio). Estos trabajos son presentados en exposiciones al
fin de año, para proveer de acción funcional a la Escuela desperdiciando así el
tiempo que deberían dedicar al estudio y el aprendizaje. Esta manera de
proceder, equivale a la del que apenas conociendo el abecedario y sin dominar
la gramática pretende ser escritor.
El señor director Peñalba, se dedica a
muchas actividades, que le impiden realizar su magisterio a cabalidad. De aquí
que nada le venga a salir bien. Además de su labor de pintor, y de su cargo de
director-administrador, es maestro de pintura, dibujo y anatomía de la Escuela de Bellas Artes; y
sobre todo eso, se dedica a otras actividades que le reclaman tiempo y
atenciones fuera de la Escuela, cuyo funcionamiento ha pretendido ensancharlo
no sólo con la incipiente Escuela de Ballet, sino que también con el control y
administración de un proyectado Teatro Nacional.
Como no es crítica destructiva, ni
deprimente para persona alguna la que me propongo en estas reflexiones, ofrezco
las siguientes ideas, que seguramente ayudarán mucho a remediar el mal:
El Director de la Escuela de Bellas Artes, no debe ser un artista de ninguna rama
del arte, sino una persona culta, enérgica y con capacidades administrativas,
para que por el sueldo que se le asigne consagre la totalidad de su tiempo y
actividades a la administración y mantenimiento de la Escuela. Este culto y
simple administrador, aconsejándose de los más autorizados críticos de arte, procedería
a escoger los más preparados maestros para la enseñanza de cada rama de las
artes. No se tome a despropósito la posibilidad de que alguien que no se
artista deba dirigir una Escuela de Bellas Artes. A quien así lo piense, le
recomiendo investigar e informarse en Academias de Europa y América. Los
artistas-directores de Escuelas de Bellas Artes frecuentemente, por incapacidad
administrativa, han fracasado como tales; y ha resultado incompatible la
administración económica y la propia labor artística. Estos
artistas-directores, generalmente se mueven en círculos o capillas excluyentes
de quienes no abonan sus tendencias artísticas, y procurando someter a sus
tendencias personales a sus alumnos les atrofian sus capacidades y
disposiciones artísticas, o les plantean conflictos que pueden influir a la
deformación de sus aptitudes, o al abandono de su vocación, o a insidiosas
situaciones. Célebre en la historia del arte, es el conflicto que en la Escuela
de Bellas Artes de París le planteó el famoso pintor Louis David,
director-administrador, al alumno que con el tiempo reconocería el mundo como
el Genio de la escultura, Rodin.
Muchos jóvenes están imposibilitados para
asistir a la Escuela de Bellas Artes durante el día. Por esto se impone el
establecimiento de clases nocturnas.
Se les dará con ellas oportunidad a todos los jóvenes con vocación artística,
hijos de obreros, oficinistas, personas de posición adinerada, etc., todos los
cuales, que, por un motivo u otros, tienen que dedicarse a otras labores de
día, aprovecharían los beneficios que les de la enseñanza de la Escuela de
Bellas Artes, sí se establecen las clases
nocturnas. Y no solo elementos jóvenes asistirían, sino que adultos con
vocación que carecieron de facilidades de estudios artísticos. Así, pues, la
Escuela de Bellas Artes serviría a todos y rendiría el provecho de apartar a
muchos adultos de los vicios frecuentados como válvula de escape a sus
inquietudes y vocaciones frustradas.
No quiero concluir estas reflexiones, que
sólo me acusan de estar interesada en el mayor servicio social de la Escuela
Nacional de Bellas Artes, sin anotar que esta institución con clases nocturnas y administración independiente de los artistas-profesores, puede
contribuir al mejoramiento de la industria de la cerámica de Nicaragua, con
técnicos-profesores que podrían encauzar a los alumnos que quieren
especializarse en la cerámica, y permitiría a Nicaragua el aprovechamiento de
sus ricos depósitos de caolín –existen grandes depósitos de caolín de los
mejores en Nicaragua y la cerámica ofrece grandes posibilidades
artístico-industriales de beneficio económico para el país.
Demás está decir que la Escuela Nacional de
Bellas Artes, debe ser conservada, muy a pesar de su fracaso por 18 años, pero
cabe reclamar su reorganización en sentido del mayor servicio social y
rendimiento positivo. La Escuela Nacional de Bellas Artes, bien conducida,
rendirá eficaz cooperación con sus clases de Dibujo e Historia del Arte a los
futuros artistas comerciales, Ingenieros y Arquitectos.
Queden mis reflexivas ideas como semillas
en el surco, dispuestas a fructificar en beneficio de quienes las abonen.
EDITH GRON
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