Nota
de los Editores y Redactores del Blogspot:
El siguiente artículo puede considerarse
"un rescate" cultural de enorme importancia, por todo lo que él
implica; en primer término logra destacar o "sacar a luz" la
existencia de las obras murales de dos grandes pintores nacionales ya
fallecidos, a quienes el legado los inscribe como precursores del muralismo en
Nicaragua. Esos grandiosos trabajos permanecen entre los muros del que fuera un
hotel de la vieja Managua, destruida por el terremoto de 1972.
Este artículo elaborado a propósito de
nuestro pedido, exclusivo para el Blogspot, efectúa un interesante análisis
sobre el tema y la ejecución artística de los artistas plásticos, Ernesto Brown
y César Caracas, artistas formados en diferentes épocas, el primero a la par de
don Pastor Peñalba, el segundo, discípulo de Rodrigo Peñalba, hijo y heredero
de las dotes artísticas del padre.
Advertimos que, la ilustración de este
artículo corresponde a otra obra mural del maestro César Caracas, elaborado en
1968, y que por cierto, no está registrado en la lista de "45
murales" publicados en su libro: "El arte no se puede someter".
Quizás, la obra y la fecha correspondan al mural con fecha 1971 hecho en el
Hotel Camino Real. Eso será un asunto que buscaremos como dilucidarlo.
Por ahora, nos sumamos al llamado efectuado
por el Sociólogo Elías Guevara, a fin de promover alternativas para que los
dueños del sitio y, que resguardan con las dificultades del caso, esos cuatro
Murales, inestimable patrimonio de los nicaragüenses, tengan la posibilidad de
atender la Puesta en Valor de los mismos.
*************Ω
Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω*************
En el olvido…
MURALES DE ERNESTO BROWN Y CÉSAR CARACAS.
César Caracas, in memoriam.
Por: Elías Guevara, sociólogo
El antiguo Hotel Nicaragua, uno de los
mejores de la Managua anterior a 1972, convertido ahora en clínica de la
Fundación Juan Pablo II, hospeda 4 murales de dos maestros de la pintura
nicaragüense: uno de Ernesto Brown; tres de César Caracas, intitulados Los
Primitivos, La Producción y La Batalla de San Jacinto. Al momento de escribir este artículo no hemos
podido conseguir el nombre del mural de Brown.
En este artículo describiremos de
forma breve los murales. Pintados al óleo en el salón principal del
edificio, decoran desde hace 56 años (1958)
la parte superior de las caras de levante y poniente del espacio cúbico
de dos plantas del antiguo Hotel Nicaragua, intacto tras el terremoto de 1972,
saqueo e incendio por el año 2000, tras ser utilizado como bodegas de una
entidad asistencialista.
A continuación describiremos de forma
sucinta la obra de Brown. El mural pintado en la cara este (12mt por 3mt
aproximado), está compuesto por cinco viñetas. De izquierda a derecha, la
primera exhibe un paisaje, típico en la obra de Brown, se trata de una apacible
bahía con un velero y, abajo, una
persona remando un pequeño cayuco. Ambos temas irradian mucha tranquilidad y
exhiben una vegetación exuberante a modo de paraíso tropical. Los tonos dominantes son fríos, como los azules, verdes y grises.
El tema de la siguiente viñeta es un grupo
de artesanos, uno con el tejido de hamacas, otras con cerámica y tiestos. Aquí los tonos dominantes son cálidos. La tercera viñeta, figura a los españoles al
venir a estas tierras, un fraile con la cruz y un explorador, en la parte
inferior; haciendo gala de las dotes de retratista, Brown pinta una figura
masculina y otra femenina con coronas a semejanza de los reyes de España. Se rumora que los rostros corresponden a los
mecenas propietarios del Hotel. Sobre la
figura de los reyes, aparecen como sombras lejanas, tropas españolas de la época, como recuerdo
de la terrible historia negra de la llamada “Conquista”.
El cuarto recuadro representa a una
multitud durante una fiesta popular, sobresaliendo las figuras del ahuizote, un
macho ratón y los trombones de los “chicheros”. Brown rompe con la
tradicionalidad del paisaje natural y llega al paisaje cultural al destacar
parte de las tradiciones nicaragüenses. A nuestro criterio, esta es la viñeta
más impresionante.
El último dibujo, a la derecha, representa
a Rubén Darío, de túnica blanca, rodeado
de una serie de númenes o seres fantásticos, perceptibles sólo para personas
sensibles, según él escribiera en Palabras
Liminares de Prosas Profanas. Debajo aparece un cisne, una ninfa desnuda,
Caupolicán, Francisco de Asís, el lobo y
una vista de la Catedral de León. En la parte inferior, derecha, la firma de E.
Brown, 1958.
En seguida describiremos el mural Los Primitivos de César Caracas (12mt
por 1.6 mt). Pintado sobre una arcada
del lado occidental del gran salón, el primer recuadro trata de un aborigen
embriagándose con la mágica poción de chicha de maíz, a su lado yace otro,
inerte, vencido por los vapores
etílicos. A continuación una escena de
apaleo de una persona sobre un potro.
La tercera viñeta versa sobre las guerras entre pueblos y el último
recuadro pareciera una escena propia de la esclavitud.
En este mural como en los siguientes,
Caracas ha superado el retrato y la pintura tradicional paisajística, con
perspectiva óptica para incursionar en el modernismo latinoamericano, con
planos superpuestos y predominio de los tonos tierra, utiliza temas indígenas
según la óptica de la época.
El mural La Producción, pintado tras la pared del anterior, contiene unas
viñetas alusivas a los volcanes activos de Nicaragua, un vehículo, una fábrica que representa “el progreso”,
elemento importante del sistema de creencias de la época; luego un campesino
descamisado y de sombrero, en primer
plano, y al fondo un campo arado. En
seguida en un grupo de personas sobresalen las mujeres, en primer plano la
molienda de maíz sobre piedra. El último
dibujo alude al corte de caña.
No obstante, en el mural que denomina La Batalla de San Jacinto, Caracas trasluce los principales elementos de
su ulterior pintura con rasgos fuertes, vibrantes, en la cual conjuga
equilibrio y movimiento, una magistral combinación de tonos fríos, tierra, cálidos, grises, el no color y los colores de
luz. Aquí se superponen las viñetas con los primeros planos de gran
tensión y mucho ritmo.
Por ejemplo, el Andrés Castro, de espalda,
no de frente, no lanza una piedra del
tamaño usual de los empedrados de las calles León, sino que levanta una de
dimensiones de cantera, simboliza fuerza y tensión máxima, como Atlas
sosteniendo el mundo y, a la par, un
elemento iterativo en su pintura, con mucha gracia, movimiento y energía: una
recua de bestias libres al galope, lo cual
delata sus dotes como dibujante y pintor. Estos símbolos, Caracas los llega a estilizar
en su pintura de madurez.
Otra figura dominante en la viñeta central
es la de un hombre en actitud de correr, se advierte el esfuerzo supremo por lo forzado de la imagen
y, al fondo, un cañón al momento del
disparo, rodeado por cadáveres humanos diseminados por las calles. El último
recuadro, de difícil lectura, pareciera referirse al final del combate, donde
se destaca una figura femenina rubia de
espalda con las manos levantadas y un buey tira de una carreta.
Caracas, bajo la influencia del maestro
Rodrigo Peñalba en la Escuela de Artes Plásticas y luego en la Academia de
Bellas Artes de Florencia, poseía dominio absoluto de la perspectiva óptica
clásica y las teorías de luz y sombra, maestría en el pincel, las texturas y
los colores al óleo, pastel, acuarela, tinta aguada, y el grabado, pues
admiraba a Durero. Sabía usar los instrumentos de dibujo, pero opinaba que “el
buen artista hace círculos perfectos sin usar compás”. Abajo, la firma de Caracas en el mural La
Batalla de San Jacinto.
Para una lectura de estos murales desde una
sociología del arte, a lo que Umberto Eco se habría referido desde 1962 en Opera Aperta como múltiples
interpretaciones de una obra de arte, podríamos afirmar que los murales de
estos pintores no son obras “neutrales” en un sentido ideológico y político,
pero tampoco de forma enfermiza militan con discursos izquierdosos.
En esos murales, en los diferentes
tratamientos temáticos, la técnica pictórica utilizada, sus viñetas y primeros planos, observamos
rupturas profundas con la tradición, y oposiciones y contrastes muy grandes;
vemos un intenso esfuerzo de democratización desde abajo y el proceso de
construcción de ciudadanía e identidad nacional, desde una auténtica postura artística, que
ahora damos en llamar la (des)politización de los sectores populares.
Finalmente, queremos invitar a los amantes
del arte nicaragüense, contribuir a la restauración y preservación de estos
murales, que deberían ser tratados como patrimonio cultural de la nación.
Managua,
9 de Agosto de 2014.
***********Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω Ω***********
No hay comentarios:
Publicar un comentario