P. –Dicen que eres el mejor pintor
nicaragüense, que piensas de esto?
R. —A un artista le es mu y difícil
auto-situarse en la escala de los valores, eso sí, está más capacitado para
conocer sus limitaciones, por algo existe en él la autocrítica fuerza motriz de
su obra.
Me considero solamente un buen aprendiz de
pintor a quien le falta mucho por hacer no obstante reconozco que soy muy
paciente y esforzado, desgraciadamente otras virtudes no poseo.
P. — ¿Cómo ves el movimiento pictórico en
nuestro país?
R. –Bastante fuerza y cohesión puede decaer
peligrosamente si los artistas nos olvidamos que en el medio hostil en que
vivimos hay que mantener lucha constante y poner heroica resistencia, para no
ceder al halago de lo fácil.
La vida de un artista en Nicaragua es tan
sólo comparable a los condenados del infierno, olvidados y sin esperanza se
aferran tenazmente por salir de la obscuridad a que están sometidos.
Hasta cuándo al artista se le dará el lugar
preeminente a que tiene derecho en la sociedad, recibiendo el aprecio y
estímulo que por ahora sólo es dado a los asesinos y ladrones, o seguirá siendo
un paria miserable como los habitantes del inframundo de Acahualinca.
P. — Decía el Sr. Dino Aranda, pintor
nicaragüense, que la galería Praxis y la Escuela Nacional de Bellas Artes son
decadentes y tiránicas, ¿es esto cierto?
R. – Es absolutamente cierto. Desde hace
algún tiempo hemos vito, con pesar como esas dos entidades culturales adolecen
de lamentables errores, sin que hasta la fecha hayan hecho esfuerzo alguno por
remediarlos.
Bellas Artes, antes semillero de buenos
artistas que hoy prestigian la pintura nacional, hoy es un lugar vacío sin
alumnos capacitados y lo que es más grave aún que no hay sobresalientes de
quienes se pueda esperar mucho como promesa. Todo esto se debe a la deficiente
administración de su director Rodrigo Peñalba, quien en los últimos años ha
descuidado la Escuela para atender a sus asuntos particulares, con consiguiente
perjuicio para sus alumnos que, desalentados la abandonan lo antes posible para
no regresar jamás. Y era el centro preferido por artistas intelectuales poetas
y universitarios.
Pero los demás miembros del grupo no
estaban conformes, pues propugnaban que la galería fuera un círculo cerrado
exclusivo para el grupo, un lugar donde colgar cuadros y nada más.
Desilusionados Alejandro, Amaru y yo,
abandonamos a su suerte. Ahora están solos como ellos querían, la calidad anda
por el suelo y el público ahora numeroso hoy brilla por su ausencia.
¡Es una gran lástima! En los 10 años que
estuve en esa escuela, he vista pasar cientos de muchachos llenos de ilusiones
y lo que es mejor con talento salir decepcionados para perderse
irremediablemente para el arte.
Han cuajado muy pocos.
En cuando a que el Sr. Director es tiránico
las pruebas son más que evidentes. Empezó creando la cátedra de teatro en ese
entonces a cargo del profesor Valessi, joven muy capacitado y con grandes deseos
de hacer verdadero teatro, pero he allí como el Sr. Peñalba le dio por
interferir, impone su capricho, a su gusto y antojo, lo que provocó altercados,
que a la postre terminaron con la supresión de dicha cátedra. Igual destino le
toco al Ballet quien al poco tiempo también se separó.
Mejor se hubiera contentando con mantener
las cátedras ya existentes y darles todo su apoyo que crear otras nuevas, que
no rindieron ningún fruto, antes bien ocasionaron fuertes gastos en la ya
raquítica economía de la Escuela.
Continúan en pie otras cátedras que son
pura ostentación pero que nada positivo han realizado y hasta la fecha no ha
salido un solo profesional para que justifique su existencia.
Hace dos años aproximadamente todos los
pintores nicaragüenses presionamos a Peñalba para que quitara a dos individuos
que él había colocado, el primero por incapacitado y el otro por pedante e
indeseable, pero él se negó rotundamente, movido más por la soberbia que por
buenos propósitos lo que ocasionó una huelga de sus alumnos con los resultados
que ya todos conocemos.
Al poco tiempo los sacó, pero por motivos
bastantes bochornosos que aquí no he de mencionar.
Para poner fin a los males de la Escuela se
necesita un cambio de Director, quien a mi juicio debe ser un joven dinámico,
capacitado y con grandes deseos de trabajar.
Sugiero como posible candidato al pintor
Alejandro Aróstegui hoy residente en New York quien posee las cualidades
necesarias para ocupar dicho cargo.
En cuanto a Peñalba más le convendría se
jubilase y se retirase a una de sus hermosas quintas a pintar en paz.
A Praxis me duele muchísimo criticarla,
pues fue obra que ayudé a formar, aunque mi aporte en verdad fue muy modesto.
En un principio el grupo marchó muy bien bajo la acertada dirección del notable
pintor Alejandro Aróstegui, fue la época cuando la galería y el grupo fueron
internacionalmente conocidos y se
alcanzó cierto prestigio. Pero, ¡Ay! para el germen de la cizaña estaba allí en
persona de César Antonio Izquierdo miembro del grupo.
Alejandro luchó para que la galería fuese
un centro de cultura de alta calidad, abierto generosamente a todas las
tendencias, sin distingos de caracteres políticos, étnicos o religiosos, con el
sólo propósito de elevar la cultura del país.
La galería mantuvo las exigencias de
calidad comparables a las mejores del extranjero, se dictaron conferencias de
alto nivel, se organizaron recitales poéticos ilustrados, buenas exposiciones
de arte, en fin, había de todo.
P. – ¿Cree Ud. que las organizaciones
filantrópicas femeninas han realizado gran labor en pro del Arte?
R. – Como mujeres merecen todo mi respeto.
Creo que esas muy estimables damas, llámense de las Mesas Redondas u ochavadas
que se pasan la mayor parte del tiempo en los clubes jugando canasta, sólo las
considero buenas coleccionistas de pergaminos, medallas, aplausos y elogios
mutuos, que mejor labor realizarían si se quedasen en sus respectivos hogares
atendiendo los asuntos domésticos y
educando bien a sus hijos que es el lugar que justamente les
corresponde.
P. – ¿Quiénes en tu concepto son los
mejores pintores nicaragüenses?
R. – Como pintor soy el menos indicado para
hacer una justa valoración de mis contemporáneos, además corro el riesgo de
zaherir ciertas susceptibilidades, tendría que situarme fuera del espacio y el
tiempo y poner la lente de un crítico.
Creo, y esta es una opinión personal, mía,
no dogma, que los mejores pintores son sin lugar a dudas Armando Morales y
Alejandro Aróstegui.
P. – ¿Quiere Ud. a Matagalpa la “Perla del
Septentrión”, o espera que un futuro no muy lejano llegue a ser un gran centro
de cultura?
R. – Puntualicemos: En primer lugar, eso de
perla no me hace mucha gracia, es la mayor ironía inventada por algún trovador
trasnochado, yo la llamaría “Ostra del Septentrión” porque las perlas son la
cultura y el arte que una ciudad debe lucir con orgullo. Esa perla no ha nacido
todavía.
Quiero a Matagalpa con lástima como se
quiere a un perro lleno de sarna, chinches y pulgas. En cuanto a que llegue a
tener preeminencia cultural no creo en absoluto. ¿Qué se puede esperar de esos
ciudadanos egoístas que cifran su mayor orgullo en la posesión de unas cuantas
vacas, unas finquitas de café y tener los bolsillos llenos de plata?
Nada bueno puede esperarse donde los vicios
y la corrupción institucionalizados gozan de gran prestigio y en cambio el
individualismo es más que una calabaza vacía, sin ideales, mezquino y fatuo.
En los desiertos no crecen rosales solo
cardos y serpientes.
P. – Hemos visto en tus murales, influencia
de la pintura y escultura precolombina, así como del Arte Rupestre, ¿hasta
dónde crees que debe usarse esta influencia?
R. – He tomado como punto de apoyo ciertos
elementos estilísticos prehispánicos y algunos conceptos estéticos esenciales
que han dado en cierto sentido la estructura esencial de mi obra.
Soy apasionado admirador de nuestro Arte
aborigen, porque encuentro en él magia, fuerza de expresión, unidos a un fino
sentido de abstracción y de síntesis.
Estoy tratando de saber el secreto de los
primitivo y arcaico, que es donde se debe buscar inspiración para hacer un gran
Arte; claro está, hurgando en lo profundo, buscando en la superficie se corre
el riesgo de hacer arqueología.
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