*Armando Morales, de Blanco y Negro: dizque
pintó un fonógrafo…
México, D. F. —
¡Establecer
un estado negro dentro de los Estados Unidos es un absurdo! Tiene que haber una
integración absoluta – ¿o nada?—, que finalmente se logrará. Unos veinte años
más, tal vez.
Las conquistas de los negros son eso. Nada
se le ha regalado. Se le otorgan, parcamente, poco a poco, derechos.
Cuevas está en todas partes. Tamayo es
genial. Ricardo Martínez se cotiza en Nueva York. Yo soy unionista. Le veo
futuro al Mercado Común Centroamericano. La política tiene que estar ligada a
un pintor, claro. Un pintor es una especie de cronista de su época.
Eso que está allí, es mi idea de un
fonógrafo. La exposición se abre en Bellas Artes.
Mi esposa se llama Rosemary. La inglesa. La
conocí y nos casamos en Nueva York. Tenemos un hijo. Sebastián, y no sé por qué
no nos hemos de casar los pintores.
(Quién sabe quién le dijo eso a Armando
Morales –nombre más adecuado para un jefe de una oficina provincial de renta
que para un pintor calificado en Nueva York—, que se cree que habiendo nacido
en 1927 y no siendo precisamente guapo ha de conservarse soltero, que peor le
fue a Paco Camino).
Anticomunista evidente –dice que si
estuviese en Managua y hubiese de votar lo haría por Somoza—, nicaragüense
nativo, ciudadano de Nueva York, hace ocho años. Armando Morales expone desde
fechar reciente, en las salas 1 y 2 de Bellas Artes.
Es interesante conversar con él (“hay que
tener conciencia de clase –dice—; no está bien tener más de un coche”) y saber
que los pintores hoy, viven decorosamente desde que apuntan bien y han rebasado
la tradición de la mugre y del plato de lentejas.
COMO SE PINTA UN FONÓGRAFO
En la entrevista que le organizó Dolores de
la Mora –Artes Gráficas-Bellas Artes—, Morales mostró un cuadro. “Es un
fonógrafo” dijo y en seguida se arrepintió. “Bueno, es mi idea de un fonógrafo.
En casa hubo uno una vez”. Dejó la humildad en el tono y embistió con claridad:
“Es una metáfora plástica de la idea de un fonógrafo antiguo”. Entonces se le
creyó que en casa tuvo uno alguna vez.
“Es la fragmentación del cubismo que se
rearma ópticamente”, terció alguien.
Una vez quiso pintar un paisaje que le
compraron como valiosa obra de arte abstracto.
Su punto de partid es el blanco y negro
–“que al cabo de un tiempo me fomenta una gran atracción hacia los colores, que
de todos modos resultan pardos”— y, lo acepta (sin conceder como dicen los
indecisos): a veces intentan pintar una cosa y le resulta otra, generalmente
mejor que la que pensó.
Morales, subsidiado por los Somoza, votante
presunto de los Somoza –en su caso— ignorante de los términos de una dictadura;
enemigo del dinero –más del mínimo necesario para vivir en Nueva York, con solo
un coche— es alto, espigado, de notable protagonismo, cabello ondulado,
incipientemente canoso, amplias orejas, y, para mejorar el cuadro, vestido de
negro.
CUEVAS EL MEJOR MEXICANO EN EE.UU.
Admira a Cuevas. Habla de él cada vez que
puede. Lo califica como autor de una escuela que ha sido asimilada en América
Latina. “A Cuevas se le puede ver en cualquier parte. A otros, sólo viniendo a
México”, dice.
Le acompaña Alfredo Bonino –napolitano de gran
mostacho y patilla larga— uno de los propietarios de las más acreditadas
galerías de arte del rumbo: Río, Buenos Aires, Nueva York y Roma. Afirma Bonino
que el mejor mercado es Nueva York, tanto en asuntos de vender como de
producir. “El público ha tomado conciencia de que hay artistas americanos.
Cuevas es el mejor cotizado, el maestro”, dice Bonino, Rojo, Toledo y Martínez
se perfilan en seguida.
La última exposición de Cuevas en Nueva
York, estaba vendida el primer día, informa.
Morales dice que se siente influido por lo
abstracto, lo impresionista y lo “pop”. “Para violar la perspectiva hay que
conocerla”, dice y afirma que Nueva York, es una meca del arte. Que París, pasó
a segundo término –aunque esto cambia a veces.
“Me interesan Tamayo y Cuevas –dice— porque
se arriman a la
pintura de una manera diferente al arte. ¿Mi estilo? Yo soy el
último en saberlo”.
José Guadalupe Posadas le interesó antes
que José Luis Cuevas.
Es optimista sobre el futuro de Nicaragua…
de Somoza es un gran progresista, dice.
“El estado negro dentro de los Estados
Unidos es un absurdo. Tiene que haber una integración absoluta – ¿o nada?—, que
finalmente se logrará. Unos veinte años más, tal vez.
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