SARAVIA: ¿POR QUÉ DESTRUIR LO BUENO QUE HOY TENEMOS?
* Son los retos lo que ayudan a vivir
intensamente.
* Habla de una reorganización con sentido
constructivo.
* Hay que intentar la búsqueda, aunque no se llegue a
la meta.
Son los retos que le ayudan a vivir a
Fernando Saravia. Cada etapa de su vida ha estado llena de aspiraciones que,
por la satisfacción de abordar el tema, nos luce que las ha logrado.
Pintor, escultor, jamás se rindió ante las
posibilidades de las formas. Busca, siempre busca y él, encerrado en una
angosta estructura de tablas, donde improvisó para siempre su taller, se ha
convencido que, al final, el que busca, halla.
Inhala el humo del cigarrillo. Lo hace
suavemente en un gesto en el que se advierte las intenciones de fijar mejor lo
que va a decir. Es un artista cuya imagen no tiene nada que ver con la rigidez
protocolaria del viernes 23 de febrero cuando le entregaron la Orden de la
Independencia Cultural Rubén Darío.
Terminaba ahí una etapa más de su carrera.
El inquieto escultor en realidad es un hombre apacible, muy dado a las
observaciones pero vive mucho su hogar. Para él es tan importante dedicarse a
su mundo con todo el rigor que exige la creación como lo es también arrear a
los pollos que picotean una cepa de plátano, a las 10 de la mañana.
Así comenzó la entrevista, con un hombre
preocupado más por el destino del tallo que por revelar algunas interioridades
de su personalidad. A poco, comienza con la aclaración que hacen los artistas:
“La Escuela enseña a desarrollar al hombre… si el hombre tiene capacidad de
desarrollarse”.
CONTRA LAS ACADEMIAS
Compañero de Rodrigo Peñalba, Saravia opina
por una escuela de artes plásticas abierta, en la que los futuros creadores
logren encontrarse a sí mismos, sin imposiciones académicas.
“Hay sistemas de enseñanza que pueden
ilustrar rápidamente a un individuo para que logre alcanzar sus objetivos que
se propone… si tiene capacidad”.
“Debe existir una reorganización con
sentido constructivo. Yo recomiendo que haya una escuela realmente
revolucionaria y no desbaratar lo mucho o poco que tenemos”.
El artista debe renovarse. “Buscar, siempre
buscar” repetirá este mago de las formas. Hay asuntos cotidianos que le
motivarán después de encerrarse en el estudio y expresar su opinión plástica
sobre la realidad de las cosas”. El ojo del creador que “ve” y enseña a “ver” a
los demás lo que estos por sí mismos no pueden.
Aunque admite que ha logrado lo que se ha propuesto
asegura que nunca está satisfecho con lo que ha hecho: “Cuando la persona dejó
de buscar porque ya se encontró, entonces se acabó el individuo”.
Se mantiene firme. No cede. El cansancio
quizás no tenga mucha importancia. “El hombre debe proponerse siempre metas. Si
deja de existir esa necesidad –la meta— caemos en el yoquepierdismo. Será como
sólo vivir para comer, beber y dormir”.
A Saravia eso no le parece. “Si estoy aquí
–en la tierra— es para algo y no sólo para comer y buscar que ponerme. Hay que
buscar siempre una nueva meta”.
Es posible que toda su recompensa se
reduzca a un taller sembrado entre las sombras del patio donde él mismo queda a
merced de sus virtudes de creador, atento a hacer uso de un gratificante
privilegio: comunicarse con el espíritu de las piedras.
“Creo que nada valga tanto como la búsqueda
aunque el individuo nunca llegue a su meta”, dirá el maestro. Y habrá que
creerle.
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