lunes, 6 de octubre de 2014

LA IMAGINACIÓN LATINOAMERICANA DE ARMANDO MORALES. En: Barricada, 6 de mayo de 1992.




A comienzos del año, el maestro Armando Morales expuso 20 obras en la exhibición internacional de artes plásticas Art Miami ῾92, desarrollada en el local de The Americas Collection.


Impresionaron tanto los 13 cuadros y las siete litografías del nicaragüense, que un crítico local definió la exposición como “obra de un creador con un exquisito dominio del oficio y la técnica”.


Adicionalmente, el diario El Nuevo Herald, le dedicó la portada de su suplemento Galería. Les dejamos un extracto del artículo publicado:


Era 1934. En Granada un niño estaba parado en el umbral de la puerta de la ferretería de su padre. En ese momento vio pasar una multitud acompañando a un hombre. Esa memoria de Armando Morales, nacido en 1927, se convirtió en 1985, en un cuadro llamado Adiós a Sandino, su homenaje al guerrillero nicaragüense.


No hay duda de que las memorias le han servido bien a este renombrado artista, cuyas obras hoy  se venden en los 30 mil y 40 mil dólares. En una entrevista, Morales aclaró en parte cómo es que juega la memora en su obra.

“Los millones de piezas de información adquiridos en mis viajes (tengo muy buena memoria visual) los rehago ad infinitum en la serenidad de mi estudio en París”. 

Al examinar su obra se descubre en ella una sutil combinación de los cánones del clasicismo combinado con un realismo que se considera propio de América Latina. Se conoce como el “realismo mágico”.

El pintor resume esta filosofía afirmando que como “hay una literatura latinoamericana bien identificable, hay un arte nuestro identificable también, Alejo Carpentier enfocaba este asunto muy certeramente”. Morales considera que es difícil saber el santo y seña de esa identidad, pero precisa que “la vida y costumbres latinoamericanas influyen en esto, tanto como el arte influye en esas”.


Sin lugar a dudas, la pintura de Morales reivindica esa esencia latinoamericana. Formado en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Managua, junto a Rodrigo Peñalba, es un exponente de esa esencia que pasa por la diversidad. 

A pesar de esa individualidad se enriquece con la apertura a otras experiencias y valores. “Me parece, además, que el contacto con otras culturas en vez de disolver esa identidad la aumenta, así como las presiones políticas, culturales, económicas, y  aún militares, en vez de dispersarnos nos hacen cerrar filas”.


La serena obra de este artista se mueve dentro de lo que puede considerarse un neosurrealismo. Busca la autodefinición en lo que el historiador de arte David Craven ha llamado, refiriéndose a Nicaragua, la amenaza de “la hegemonía occidental”. En esa perspectiva política, Morales dijo al diario Barricada en 1986:

“Primero sufrimos el imperialismo español y después el norteamericano. Nuestra civilización es la del Tercer Mundo, lo que quiere decir que lucha contra la pérdida de identidad”.


Confiesa, por ejemplo, que buena parte de su obra se basa en las fascinación que le han significado los paisajes del Lago de Nicaragua, “junto al cual yo nací y viví mis primeros años, y donde yo regreso cada vez que voy a Nicaragua”.


“Siempre sentí una fascinación por la vida de ribera en torno al puerto, y toda la lenta sensualidad de sus alrededores –añadió el pintor—. “Una buena parte de mi obra viene de allí”… Su imaginación, y la elaboración de sus fuentes, se traducen en una obra en que valores estéticos fundamentales de la cultura europea se integran perfectamente con imágenes latinoamericanas.

Sin embargo, no hay mezcla ni carácter híbrido en esta pintura. La intención americana prevalece en su capacidad de asimilación y representatividad.

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