“Personalmente
detesto representar en mis obras al tipo odioso y degenerado del pueblo bajo y
que generalmente se tomo como asunto “pintoresco” para halagar al turista o
lucrar a su costa. Somos nosotros meros responsable de haber permitido que se
haya creado y robustecido la idea de que el ridículo charro y la insulsa “china
poblana” representen el llamado “mexicanismo” y lamento profundamente que el no
menos ridículo “jarabe tapatío” se haya popularizado entre las clases que se
llaman a sí mismas cultas y educadas”.
Lleno de santa indignación, José Clemente
Orozco definía así lo que en alguna época dio por llamarse “nacionalismo
artístico”, ya que para él tal nacionalismo no podía consistir en una indumentaria
teatral ni en canciones populares de dudoso mérito sino en una verdadera
contribución a la civilización humana.
FUERA
HUARACHES Y MUGRE
Orozco,
los ojos empequeñecidos por los gruesos lentes que ayudaban a contrarrestar la
miopía, renunciaba así a pintar huaraches
y calzoncillos mugrosos, no quería sombreros de ala ancha en el arte, que jamás
mezcló con la moralidad o falta de ella.
Así pues, que mejor exponente de la
contribución de México a la civilización mundial que la obra del propio Orozco,
con una muestra de la cual inaugura un
nuevo centro cultural en la hasta ahora prácticamente abandonada provincia.
El Centro de Difusión Cultural Potosino
abre, según palabras del licenciado Juan José Bremer, director del INVA, una nueva
perspectiva para el cultivo, fomento. Promoción y difusión de las artes como
parte del pro ceso de descentralización cultural que dicho instituto se ha
trazado.
“En una época en que parecen palidecer los
más genuinos valores humanos ─dijo Bremer─ la aptitud para percibir nuestro
entorno, la perseverancia, la creatividad, la decisión de superar grandes
obstáculos, sobrellevar pesadas cargas y asumir elevadas tareas…, no es posible
olvidar que el arte ha ejercido y debe ejercer una influencia liberadora.
LA AUTOBIOGRAFÍA DE
LOS PUEBLOS
“Un
pensador contemporáneo señala que los pueblos escriben su biografía en tres
manuscritos fundamentales, el libro de sus acciones, el de sus palabras y el de
su arte”.
Así pues, aunque en lo
arquitectónico el edificio del nuevo centro viene a romper la tradición colonial,
por otro lado, su fundación rompe también el colonialismo espiritual y se erige
como una nueva posibilidad de proporciona a nuestros hermanos que no tienen el “privilegio”
ni “la dicha” de vivir en la abigarrada y enloquecedora urbe, una nueva y muy
valiosa oportunidad de elevar su espíritu.
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