El pasado día viernes 10 de los corrientes,
se inauguró en la Escuela Nacional de Bellas Artes la exposición de dibujos y
pinturas del joven pintor nicaragüense Efrén Medina. Medina, valioso elemento
de nuestra novel generación de pintores, destaca por su
técnica y por el dominio del colorido. La mayoría del pública asistente a la Escuela
Nacional de Bellas Artes estuvo de acuerdo al afirmar que “Medina era mucho
mejor dibujante que pintor”. Efectivamente, si bien es cierto que las pinturas
de Medina sufren actualmente un proceso de búsqueda, también es cierto que los
dibujos de éste han encontrado un sentido realmente positivo sumado a una
técnica precisa. Radiografía. Muchacha, Joven Guerrillero, para mencionar sólo
tres, son los dibujos que atestiguan la anterior aseveración.
En la pintura, Medina es pobre. Sus cuadros
carecen de la vitalidad y el movimiento
necesarios para determinar en ellos una técnica pictórica. Medina no tiene
escuela. Tiene su concepto sobre el arte, según sus palabras que acompañan la
invitación. Dice que “el arte no es una panacea para curar males síquicos,
calmar tensiones, elevar el espíritu, depurar las costumbres, vinculo de lo
sagrado y otras pendejeras inventadas a través del tiempo para explicar esa
necesidad casi biológica del hombre para expresarse”.
Es de hacer notar el poco apoyo que la
empresa privada y otras instituciones prestan a nuestros jóvenes artistas. La exposición
de Medina fue producto del tesón y la buena voluntad de él y de unos cuantos
amigos que acompañaron el entusiasmo de “una exposición”. Una gran mayoría de
las exposiciones en nuestra patria se hace de este modo. Sin apoyo de ninguna
clase.
Nuestros jóvenes pintores necesitan a toda
costa una institución ya sea esta gubernamental o privada que les apoye en su
búsqueda perenne y permanente de su testamento. “El arte –dice Medina—es
testamento y testimonio del hombre”. En esa fe le creemos y en esa fe le
acompañamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario