Los problemas del espíritu son problemas
eminentemente humanos, su importancia es vital y sus resoluciones y derivaciones con los
derroteros de toda civilización. El llamado “Arte Abstracto” como problema es
un problema del espíritu y por ende apasionante. Solamente con el análisis
racional, con la investigación de sus causas, de su psicología y efectos podría
definirse. Definir es comprender, y comprender es dar derecho de existencia,
categoría y jerarquía que son los medios de que vale la razón para dar mayor,
menor o ninguna importancia a sus creaciones.
En el diario “La Prensa” del 2 de Noviembre
el Sr. Rodrigo Peñalba expresa opiniones y confiesa experiencias psicológicas,
que dice tener como pintor abstracto, y lo dice en defensa de este fenómeno
artístico. Son conclusiones interesantes, pues permiten analizar cuánto de
artístico puede tener el llamado arte abstracto y cuánto el aborto espiritual.
Comienza el Sr. Peñalba afirmando con el
pretencioso unos de las mayúsculas, que el arte abstracto es el arte concreto.
Afirmación que tiene la intensión de negarle valor para esta época, por no ser
compatible con ella según él afirma, el arte que tiene por modelo a la
naturaleza y al ser humano. Prueba lo dicho sus interrogantes sobre la pintura
de Cézanne, Corregio y Leonardo y el
sentido general de su escrito.
Analizando, comencemos con el nombre que
esta pintura ha recibido: lo abstracto abstracción es la aplicación de la
inteligencia a una cualidad excluyendo el objeto que la posee. El arte
abstracto nació y floreció con la intención de prescindir de todo contenido
imitativo de las formas naturales. Iniciado por el pintor Kandisky y por P.
Mondrián, tuvo su mayor auge en los decenios de 1910 a 1930. Datos que el Sr.
Peñalba omite en su artículo, conduciendo a creer que es expresión de última
hora en el arte. En la realidad, toda pintura tiene mucho de abstracto, pues no
es más que la reproducción de algunas de las cualidades que le identifican con
el objeto retratado.
El pintor abstracto realiza en la tela la
copia de las formas y colores que su imaginación le dicta y que siempre caben
dentro de la naturaleza donde con paciencia y observación podría ser
reconocido.
A la inversa, el pintor del arte objetivo
copia las formas que su intelecto ha tomado de la naturaleza y que su
imaginación ha creado con la gracia del estilo, la fuerza del temperamento y
con un nuevo conocimiento de la forma que le da la misteriosa potencia de la
intuición artística.
Establezcamos pues la diferencia. La
llamada pintura abstracta es un arte subjetivo, sin ser lírico, y lo es porque
trata de ser independiente del mundo exterior al artista, hasta donde es
posible serlo. El otro, el tradicional arte concreto, naturalista, es objetivo,
pero la obra resulta impregnada del alma del artista y sujeta a las leyes o
normas que su intelecto le dicta, va por el sentimiento, la intuición o la razón, pudiendo también ser subjetivo
por todos los elementos que el espíritu ha puesto en él. Bien decía Amiel que
un paisaje es un Estado del Alma.
Como ejemplo de lo que un artista abstracto
realiza para llegar a la concepción de su obra tomemos el Ave de
ConstantinBrancusi, el genial escultor moderno de carácter abstracto, nacido en
Rumanía. Pues bien, el ala y cuerpo de ave tiene forma aerodinámica porque
conviene para el vuelo; lo mismo sucede con avión, helicóptero o cohete.
Brancusi toma la cualidad aerodinámica abstrayéndola
sola y completamente de las cosas mencionadas que la poseen y la aplica
enteramente a su obra, a la que con justo derecho y acertada lógica llama
“Pájaro en el espacio”.
Por supuesto que este proceso no tiene la
simplicidad con que se anuncia, pero no encontramos por ninguna parte la
relación de esto con la otra peregrina tesis del señor Peñalba quien pone la
génesis del arte abstracto en los “problemas sociales” de esta época, en la
“Psicología complicada” y en el “análisis serio de nuestra ciencia para el bien
y para el mal”, etc. Entendemos que cualquier presión del medio ambiente hace
sufrir al individuo como tal, como persona, como ser humano que es. Los estados
patológicos de un artista mientras tenga sana la mente, no influyen
decisivamente en su obra, más que como obstáculo o dificultad. No existe el
concepto de enfermedad dentro del arte.
El desarrollo de la ciencia tendría escasa
influencia dada la oposición existente entre ella y arte; mientras que aquella
busca la Ley general que rige muchos fenómenos particulares, el arte trata con
lo particular, individual y determinado. Las relaciones entre colores y entre
formas, entre masas y planos, en la composición de las artes plásticas, son
relaciones del ritmo y armonía, del lugar que ocupen y del volumen que posean
no de substancia ni de igualdad de causas, como es el caso de las relaciones de
las cosas estudiadas por la ciencia. Las leyes y normas del arte no son las
leyes y principios de la ciencia.
No podemos aceptar que el medio ambiente determina
las tendencias artísticas. Eso sería aceptar el estúpido dogma de la ideología
comunista que afirma como causa de los estados económicos contemporáneos de las
obras de arte. Califica de arte burgués, arte imperialista, arte de economía
feudal a las obras de arte producida en esas épocas económicas. Todavía se
recuerda la carcajada universal que causaron las leyendas puestas por los
comunistas en una exposición del impresionismo francés hecha en Moscú y que
relata De Torre en su famoso libro “Problemática de la Literatura”. En esta
exposición podía verse un Renoir con una explicación que decía: “Arte burgués,
en el que se aprecia la preponderancia de la economía agrícola sobre la
economía industrial de esa época”, y así un Degas, un Manet, etc.
Así el Señor Peñalba podría titular un
cuadro abstracto con la nota siguiente: “Cuadro en el que se aprecia la
angustia del problema social de los cortadores de algodón”, u otro así:
“Pintura influenciada por la guerra fría y las últimas pruebas nucleares soviéticas”.
No Sr. Peñalba, no es el medio ambiente el que influye en la obra de arte, es
el espíritu el que a través de la obra de arte influye y modifica el medio
ambiente. Los genios de la escultura y la pintura tienen el raro privilegio de
cambiar la sensibilidad de su siglo.
También
cabe recordar contra la hipótesis del Sr. Peñalba, el arte Inca
precolombino, con todo derecho de llamarse abstracto quinientos años antes de
la innovación de Kandisky. Puede apreciarse el desarrollo de esta tendencia en
las fotografías y litografías que publica la célebre obra del profesor Felipe
Cosio del Pomar, sobre la civilización incaica. Se aprecian las abstracciones
en las decoraciones de su cerámica, en sus monolitos y en los motivos
decorativos de su arquitectura. Escasamente lo usan en la pintura mural. En las
pinturas rupestres más que la pintura de un cazador a la carrera, es la pintura
de la carrera casi sin la imagen del cazador. Han tomado estos prehistóricos
pero geniales artistas el acto de correr tras la caza independientemente del
sujeto que corre. Y esto es arte abstracto pensando y sentido en épocas sin
guerra fría, sin problemas sociales y sin que existiera una ciencia que
fabricara bombas atómicas. Suponemos que ni el hombre de las cavernas, ni los
pueblos incas, tuvieron neurosis, complejos de KasparDoucter, ni filosofías
existencialistas.
Lo más inquietante de las confesiones del
Sr. Peñalba, va que vienen de un Director de Bellas Artes, es cuando citándose
de un álbum suyo, planea un psicología y una estética de sus producciones
abstractas. Destácase por lo insólito su afirmación repetida de que en la
creación abstracta no hay normas ni leyes. Es decir sin pensar nada sin planear
nada, sin ninguna norma ni ninguna ley, toma el pincel, la tela y salga lo que
saliere. Esto es prescindir absolutamente de la inteligencia, ya sea como
sentimiento que ama y comprende: como razón que analiza y juzga o como espíritu
que tiene conocimiento de lo teológico y supraconsciente por medio de la
intuición o la revelación. De esa manera se fabrica un arte irracional y
casualista como se pretendió una literatura irracional que no “pegó” en ninguna
parte.
En apoyo de nuestras afirmaciones, copio
frases textuales del Sr. Peñalba: “Sin parecido a ora alguna, sin copia de nada,
sino de aquella forma SUBCONSCIENTE que mi mano obediente va modelando por
NECESIDADES INSTINTIVAS”, ver nuestra emoción pintada en un lienzo”. “Ahí no
hay NORMAS, ahí no hay leyes, ahí no se llega a la creación pura. Si después de
esto NO AGRADARE LA OBRA A HOMER ALGUNO, NO IMPORTA. “Y así todo lo demás. Las
raíces, pues, y causas del arte abstracto del Sr. Peñalba son subconscientes,
según lo dice, y por necesidades instintivas. El subconsciente, ello, id., como
quiera llamársele, nos obsequia la neurosis, los actos fallidos, los sueños,
etc., etc., y se le considera el depósito de los instintos. Cualquier arte que
de allí surgiera no tendría más valor que los “test” de la psiquiatría, que las
pruebas de Rosacharch.
El instinto cuando hace algo resulta una
colmena, un nido, un panal, y lo hace exactamente igual sin posibilidad de
error a través de incontables generaciones hasta que interviene una mutación o
una atrofia. Así también proceden los instintos en el ser humano. Es su
inteligencia la que le salva y le eleva hasta desear el progreso y la creación
a través de errores y aciertos, y la inteligencia necesita de leyes y normas de
análisis y síntesis, de crítica y juicio; y por eso es IMPORTANTE que agrade a
todos los hombres cultos una obra de arte abstracto, que sea comprensible y
racional y sobre todo que cause un sentimiento estético en el espectador que es
lo que la identifica como obra de arte. Lo demás es aborto.
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