lunes, 21 de julio de 2014

SOBRE LAS CONFESIONES Y MEDITACIONES DE RODRIGO PEÑALBA. Por: Juan Ramón Castillo h. En: Flecha, 10 de Noviembre de 1958. Pág. 5.

Los problemas del espíritu son problemas eminentemente humanos, su importancia es vital y  sus resoluciones y derivaciones con los derroteros de toda civilización. El llamado “Arte Abstracto” como problema es un problema del espíritu y por ende apasionante. Solamente con el análisis racional, con la investigación de sus causas, de su psicología y efectos podría definirse. Definir es comprender, y comprender es dar derecho de existencia, categoría y jerarquía que son los medios de que vale la razón para dar mayor, menor o ninguna importancia a sus creaciones.

En el diario “La Prensa” del 2 de Noviembre el Sr. Rodrigo Peñalba expresa opiniones y confiesa experiencias psicológicas, que dice tener como pintor abstracto, y lo dice en defensa de este fenómeno artístico. Son conclusiones interesantes, pues permiten analizar cuánto de artístico puede tener el llamado arte abstracto y cuánto el aborto espiritual.

Comienza el Sr. Peñalba afirmando con el pretencioso unos de las mayúsculas, que el arte abstracto es el arte concreto. Afirmación que tiene la intensión de negarle valor para esta época, por no ser compatible con ella según él afirma, el arte que tiene por modelo a la naturaleza y al ser humano. Prueba lo dicho sus interrogantes sobre la pintura de Cézanne, Corregio y Leonardo y  el sentido general de su escrito.

Analizando, comencemos con el nombre que esta pintura ha recibido: lo abstracto abstracción es la aplicación de la inteligencia a una cualidad excluyendo el objeto que la posee. El arte abstracto nació y floreció con la intención de prescindir de todo contenido imitativo de las formas naturales. Iniciado por el pintor Kandisky y por P. Mondrián, tuvo su mayor auge en los decenios de 1910 a 1930. Datos que el Sr. Peñalba omite en su artículo, conduciendo a creer que es expresión de última hora en el arte. En la realidad, toda pintura tiene mucho de abstracto, pues no es más que la reproducción de algunas de las cualidades que le identifican con el objeto retratado.

El pintor abstracto realiza en la tela la copia de las formas y colores que su imaginación le dicta y que siempre caben dentro de la naturaleza donde con paciencia y observación podría ser reconocido.

A la inversa, el pintor del arte objetivo copia las formas que su intelecto ha tomado de la naturaleza y que su imaginación ha creado con la gracia del estilo, la fuerza del temperamento y con un nuevo conocimiento de la forma que le da la misteriosa potencia de la intuición artística.

Establezcamos pues la diferencia. La llamada pintura abstracta es un arte subjetivo, sin ser lírico, y lo es porque trata de ser independiente del mundo exterior al artista, hasta donde es posible serlo. El otro, el tradicional arte concreto, naturalista, es objetivo, pero la obra resulta impregnada del alma del artista y sujeta a las leyes o normas que su intelecto le dicta, va por el sentimiento, la intuición  o la razón, pudiendo también ser subjetivo por todos los elementos que el espíritu ha puesto en él. Bien decía Amiel que un paisaje es  un Estado del Alma.

Como ejemplo de lo que un artista abstracto realiza para llegar a la concepción de su obra tomemos el Ave de ConstantinBrancusi, el genial escultor moderno de carácter abstracto, nacido en Rumanía. Pues bien, el ala y cuerpo de ave tiene forma aerodinámica porque conviene para el vuelo; lo mismo sucede con avión, helicóptero o cohete.

Brancusi toma la cualidad aerodinámica abstrayéndola sola y completamente de las cosas mencionadas que la poseen y la aplica enteramente a su obra, a la que con justo derecho y acertada lógica llama “Pájaro en el espacio”.

Por supuesto que este proceso no tiene la simplicidad con que se anuncia, pero no encontramos por ninguna parte la relación de esto con la otra peregrina tesis del señor Peñalba quien pone la génesis del arte abstracto en los “problemas sociales” de esta época, en la “Psicología complicada” y en el “análisis serio de nuestra ciencia para el bien y para el mal”, etc. Entendemos que cualquier presión del medio ambiente hace sufrir al individuo como tal, como persona, como ser humano que es. Los estados patológicos de un artista mientras tenga sana la mente, no influyen decisivamente en su obra, más que como obstáculo o dificultad. No existe el concepto de enfermedad dentro del arte.

El desarrollo de la ciencia tendría escasa influencia dada la oposición existente entre ella y arte; mientras que aquella busca la Ley general que rige muchos fenómenos particulares, el arte trata con lo particular, individual y determinado. Las relaciones entre colores y entre formas, entre masas y planos, en la composición de las artes plásticas, son relaciones del ritmo y armonía, del lugar que ocupen y del volumen que posean no de substancia ni de igualdad de causas, como es el caso de las relaciones de las cosas estudiadas por la ciencia. Las leyes y normas del arte no son las leyes y principios de la ciencia.

No podemos aceptar que el medio ambiente determina las tendencias artísticas. Eso sería aceptar el estúpido dogma de la ideología comunista que afirma como causa de los estados económicos contemporáneos de las obras de arte. Califica de arte burgués, arte imperialista, arte de economía feudal a las obras de arte producida en esas épocas económicas. Todavía se recuerda la carcajada universal que causaron las leyendas puestas por los comunistas en una exposición del impresionismo francés hecha en Moscú y que relata De Torre en su famoso libro “Problemática de la Literatura”. En esta exposición podía verse un Renoir con una explicación que decía: “Arte burgués, en el que se aprecia la preponderancia de la economía agrícola sobre la economía industrial de esa época”, y así un Degas, un Manet, etc.

Así el Señor Peñalba podría titular un cuadro abstracto con la nota siguiente: “Cuadro en el que se aprecia la angustia del problema social de los cortadores de algodón”, u otro así: “Pintura influenciada por la guerra fría y las últimas pruebas nucleares soviéticas”. No Sr. Peñalba, no es el medio ambiente el que influye en la obra de arte, es el espíritu el que a través de la obra de arte influye y modifica el medio ambiente. Los genios de la escultura y la pintura tienen el raro privilegio de cambiar la sensibilidad de su siglo.

También  cabe recordar contra la hipótesis del Sr. Peñalba, el arte Inca precolombino, con todo derecho de llamarse abstracto quinientos años antes de la innovación de Kandisky. Puede apreciarse el desarrollo de esta tendencia en las fotografías y litografías que publica la célebre obra del profesor Felipe Cosio del Pomar, sobre la civilización incaica. Se aprecian las abstracciones en las decoraciones de su cerámica, en sus monolitos y en los motivos decorativos de su arquitectura. Escasamente lo usan en la pintura mural. En las pinturas rupestres más que la pintura de un cazador a la carrera, es la pintura de la carrera casi sin la imagen del cazador. Han tomado estos prehistóricos pero geniales artistas el acto de correr tras la caza independientemente del sujeto que corre. Y esto es arte abstracto pensando y sentido en épocas sin guerra fría, sin problemas sociales y sin que existiera una ciencia que fabricara bombas atómicas. Suponemos que ni el hombre de las cavernas, ni los pueblos incas, tuvieron neurosis, complejos de KasparDoucter, ni filosofías existencialistas.

Lo más inquietante de las confesiones del Sr. Peñalba, va que vienen de un Director de Bellas Artes, es cuando citándose de un álbum suyo, planea un psicología y una estética de sus producciones abstractas. Destácase por lo insólito su afirmación repetida de que en la creación abstracta no hay normas ni leyes. Es decir sin pensar nada sin planear nada, sin ninguna norma ni ninguna ley, toma el pincel, la tela y salga lo que saliere. Esto es prescindir absolutamente de la inteligencia, ya sea como sentimiento que ama y comprende: como razón que analiza y juzga o como espíritu que tiene conocimiento de lo teológico y supraconsciente por medio de la intuición o la revelación. De esa manera se fabrica un arte irracional y casualista como se pretendió una literatura irracional que no “pegó” en ninguna parte.

En apoyo de nuestras afirmaciones, copio frases textuales del Sr. Peñalba: “Sin parecido a ora alguna, sin copia de nada, sino de aquella forma SUBCONSCIENTE que mi mano obediente va modelando por NECESIDADES INSTINTIVAS”, ver nuestra emoción pintada en un lienzo”. “Ahí no hay NORMAS, ahí no hay leyes, ahí no se llega a la creación pura. Si después de esto NO AGRADARE LA OBRA A HOMER ALGUNO, NO IMPORTA. “Y así todo lo demás. Las raíces, pues, y causas del arte abstracto del Sr. Peñalba son subconscientes, según lo dice, y por necesidades instintivas. El subconsciente, ello, id., como quiera llamársele, nos obsequia la neurosis, los actos fallidos, los sueños, etc., etc., y se le considera el depósito de los instintos. Cualquier arte que de allí surgiera no tendría más valor que los “test” de la psiquiatría, que las pruebas de Rosacharch.

El instinto cuando hace algo resulta una colmena, un nido, un panal, y lo hace exactamente igual sin posibilidad de error a través de incontables generaciones hasta que interviene una mutación o una atrofia. Así también proceden los instintos en el ser humano. Es su inteligencia la que le salva y le eleva hasta desear el progreso y la creación a través de errores y aciertos, y la inteligencia necesita de leyes y normas de análisis y síntesis, de crítica y juicio; y por eso es IMPORTANTE que agrade a todos los hombres cultos una obra de arte abstracto, que sea comprensible y racional y sobre todo que cause un sentimiento estético en el espectador que es lo que la identifica como obra de arte. Lo demás es aborto.


La gloria, el mérito del arte abstracto está en haber introducido la Metáfora en las artes plásticas. Pero agregar una cuerda a la lira no significa que han de quitarse las antiguas y es condición para toda armonía que esta nueva cuerda no desentone. 

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