HALLÉ
MI PROPIO MUNDO A TRAVÉS DE LA PINTURA. Por:
Christian Santos. En: El Nuevo Diario,
11 de Octubre de 1987.
“Comencé a manchar” un cuadro a los 50
años, para ese entonces por allí del 73 ya las mujeres de la comunidad de
Solentiname pintaban, yo las empujaba a que aprendieran, a que fueran
disciplinadas. Después de todos los oficios domésticos que teníamos que
realizar lo mismo que el trabajo en el campo, porque nosotros somos
campesinas”. Me dice complacida Olivia Silva, pintora primitivista de
Solentiname.
“Yo veía al lago tan grande y tan bello, y
el ver y rojo y amarillo en las islas con el celeste del agua que las rodeaba,
y yo también quería pintar, porque
cuando uno no está relacionado con la naturaleza, esta te va enseñando sin
tanto quebradero de cabeza, pero si es verdad, tenés que aprender alguna
técnicas, nos iniciaron en ellas, pero nos abrieron los ojos para e, sentir,
para descubrir los colores en el mango que nos comíamos, ves, los colores de la
vida, a desarrollar la creatividad. Recoger el azul del lago que estoy
viviendo y dejarlo en la tela, eso me
hace feliz.
Yo te decía, que yo veía a las mujeres de
la comunidad hacer sus cuadros, y yo me moría por pintar… Bueno la verad es que
todo comenzó cuando Ernesto Cardenal llegó a Solentiname en 1966. Él andaba
caminando, conociendo el terreno de la isla, y cuando llegó a un rancho, pidió
agua, allí fue cuando conoció a Eduardo, que además de campesino era artesano y
labraba el huacal, o mejor dicho, sombreaban el huacal, lo rayaba dibujando
animales, árboles cuando estaba crudo, después de cocido, lo pintaba con
anilina; así le dio a Ernesto a beber agua fresca del lago en ese huacal tan
lindo.
Cuando Ernesto regresó a vivir aquí le
ofreció a Eduardo enseñarle a pintar, le dio papel y lápiz y el muchacho
comenzó a bocetear, pero fue cuando llegó Róger Pérez de la Rocha, que se
empezó la Escuela en serio, Róger llegó a visitar y quedó encantado de la
actividad en conjunto de la comunidad.
Alejandro, mi hijo mayor que es ahora el
Ministro Delegado de la Presidencia de Río San Juan, fue el primero que tuvo la
iniciativa de pintar, de hacer un cuadro completo, y esto motivó al resto.
Cuando yo vi a los hombres pintando, me
dije que también las mujeres, como seres humanos teníamos derecho, eso lo
aprendía ver, cuando Ernesto nos hablaba de la liberación a través del
Evangelio, puesto que él lo enfocaba así. El Evangelio puede ser liberador, o
como la hierba, adormecedor.
Yo asistí a la Misa campesina con todos mis
hijos y la comunidad, entonces ya me iba despertando, iba dándome cuenta de las
condiciones que vivíamos, de la realidad de opresión a que estábamos sometidos
los nicaragüenses y peor las mujeres porque el valor de las mujeres no estaba
reconocido.
La primera de las mujeres de la comunidad,
que empezó a pintar fue la María Guevara Silva, mi hija mayor, que en ese
tiempo tenía 16 años, después la Marina Ortega se interesó y la María le
enseñó. Con solidaridad fue iniciándose el taller de pintura primitiva. Mis otras
hijas la Gloria que tenía 15, le enseñó a la Esperanza de 14, a la Miriam de
13, a la prima María Silva de 11 años. También aprendió a amar la pintura la
Helena Pineda de 14, y así en esas islas, tan remotas en ese tiempo, nosotras
no sabíamos que estábamos ya haciendo la Revolución.
Después que las muchachas ya pintaban, yo
no me atrevía por temor de echar a perder los materiales, lo que yo hacía eran
flores de papel crepé. Mi primer cuadro no gustó mucho, pero tenía la esperanza
de superarme y de tanto practicar lo logré, ahora de eso vivo, de pintar, así
todo el resto de las muchachas entre ellas mis hijas, todas contribuyen a la
producción artística, pero también mejoran su propia economía, y esto es bueno
que la mujer común y corriente que nunca tuvo la oportunidad de integrarse en
el pasado, se integra a un mundo nuevo a través del arte. Que la mujer descubra
su propio mundo y pueda realizarse, así debe ser.
Con sus hermanos, con sus novios, es que
estas mujeres se iniciaron también la lucha armada el 13 de octubre, fecha que
se dio inicio a la ofensiva final del Frente Sandinista de Liberación Nacional,
que permitió al pueblo de Nicaragua a vivir en Revolución. Ahora todas ellas,
están integradas a trabajar en el Estado y la mayoría sigue pintando, unas,
allá, en las islas y otras aquí como yo que tenemos los colores de los árboles,
el azul del lago su oleaje. Los tenemos vivos en nuestros ojos, y pintamos para
que otros ojos los vean y conozcan nuestra belleza”:
A la Olivia quien en los sesenta y tanto
años le brillan los ojos pícaros y mientras habla, me va enseñando más cuadros
de ella y de sus hijas, que están colocados encima de mesas, de sillas, en el
suelo, esperando secarse para ser empacados y enviados a una exposición de
pintura primitivista en Europa. Yo voy viendo los cuadros, y me siento feliz,
de nuevo voy cruzando el inmenso lago de Nicaragua, atravesando en la panga en
medio de las islas, y hasta siento el agua refrescándome el rostro y veo cruzar
en bandadas a los patos, que se remontan de una manera deliciosa en el
azulceleste cielo de la Zona Especial III de Río San Juan.
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