Adela Vargas tiene 76 años de edad y está pasando por uno de sus mejores
momentos artísticos. Aunque en nuestro país no es muy conocida, es una de las
creadoras de Pintura Primitiva más importante del continente.
“A mí las manos no me tiemblan y la vista está perfectamente. Yo voy
segura a pintar” dice con un inconfundible acento nicaragüense al justificar su
estricto horario, de 9 am. a 6 pm. dedicado a realizar obras que después en el
mercado internacional se cotizan en no menos de US$4,000. dólares.
Doña Adela será la “Estrella” esta noche, cuando el grupo de Pintores
independientes inaugure la “Segunda Exposición de la Nueva Pintura de Costa
Rica” en el Museo Nacional.
“SOY UNA MUJER SENCILLA”
Adela Vargas nació en Granada, el 15 de septiembre de 1906, pues sus
padres, Manuel Vargas y Margarita Alfaro, eran oriundos de esa ciudad.
Al casarse con Luis Icaza Reyes, pasó a residir en León y allí vivió en
el lugar natal de Rubén Darío, “hasta que me hizo salir la guerra”.
“Yo
nunca pinté de colegio” advierte doña Adela, y no fue sino hasta que su hijo
mayor Alberto, la convenció de lo contrario, que hizo su primer cuadro.
Eso fue en 1967. La fecha coincidió con la celebración del Centenario de
Darío y la obra fue invitada a Managua a participar en la exposición colectiva
de carácter internacional que se organizó con ese motivo.
El acontecimiento atrajo muchos críticos, entre ellos el Dr. José Gómez
Sicre, quien seleccionó el trabajo y a la “Joven” pintora para que expusiera en
la Unión Panamericana de Washington.
“Ni yo misma lo quería creer, pues, yo nunca he tenido ambición de plata
ni de vanidad, porque soy una mujer sencilla”, confesó doña Adela.
“Al principio me costaba, pero con el tiempo le he tomado el gusto”,
dice refiriéndose a la pintura.
La propuesta de Gómez Sicre se concretó en 1971, cuando expuso en
Washington. Desde entonces su obra se ha exhibido de manera individual en el
Milwaukee Art Center y en la Universidad de Dallas.
Ya en 1967 había participado en la LX Bienal de Sao Paulo, Brasil, y un
año después en la Bienal de Lima, Perú. De allí en adelante su pintura ha
formado parte de colecciones en Venezuela, Bélgica, Italia, Nueva York,
Colombia y Centroamérica.
“SI
SE ME OCURRE”
“Yo pinto de imaginación, inspirada por el Popol Vuh, los versos de
Rubén Darío y la religión, pero con ideas propias; yo no voy a copiar. Y pinto
directo el cuadro, sin hacer bocetos. Es nada más imaginación”, reiteró doña
Adela. A mí lo que se me ocurre lo pinto.
¿QUÉ PASA SI NO SE LE OCURRE NADA?
Si se me ocurre.
Como soy tan católica es Nuestro Señor el que me guía mi mano. También
pinto flores, porque soy una amante de ellas desde niña. Mi madre tenía el
mejor jardín que había en Granada. Yo regalo flores y para mí nada mejor que me
las regalen. Cuando joven puse una floristería y todos los arreglos los hacía
yo, como si fueran telas”, continuó.
Doña Adela está pintando ahora como en su primera época y asegura “Yo me
siento igual”. Durante la Revolución Nicaragüense le fue imposible hacerlo, por
“el horror que pasé en León. Las balas pasaban silbando a la par y me lo
robaron todo”.
Ahora crea con calma, sobre recuerdos de niñez y juventud, pues las
cosas inmediatas no han podido dañarlas. “Me tranquiliza pintar. Yo pinto sólo
cosas alegres, para qué me voy a mortificar con eso de guerras…”
Con la nueva producción artística le está lloviendo las ofertas para
comprar y exponer sus cuadros, y doña Adela se ha llenado de nuevo entusiasmo:
“Viera que ilusión”. La gente me pregunta – ¿cuánto te dilatás haciendo un
cuadro? Es como que me preguntés cuántos años voy a vivir. No sé. —
¡QUE LINDO LE SALIÓ ESO DOÑA ADELA!
Ya
tengo en la cabeza el próximo que voy a pintar.
¿Y
QUÉ ES?
Pues más primitivos.
*En:
La Prensa Literaria. Domingo, 14 de Octubre de 1982.
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