miércoles, 26 de agosto de 2015

ALBERTO DE TRINIDAD (Managua, 1916) ARTISTA DE LA ESTAMPA, AGUATINTA, AGUAFUERTE... LINÓLEO

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Alberto de Trinidad, triunfador en México en el arte del grabado
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ARTISTA NICARAGÜENSE DONA SU OBRA A NICARAGUA. En: La Prensa Literaria. Sábado, 30 de mayo de 1982.

    El artista nicaragüense radicado en México, Sr. Alberto De Trinidad, a través del escritor Napoleón Fuentes, agregado cultural de Nicaragua en México, donó al Instituto Nicaragüense de Cultura una serie de dibujos y grabados de su autoría; estas obras fueron recibidas por la directora del Instituto Nicaragüense de Cultura, Lic. Gladys Ramírez de Espinosa, quien al mismo tiempo entregó al ministro-presidente del Banco Central de Nicaragua, Dr. Silvio De Franco, institución que tendrá las obras bajo custodia mientras se funda el Museo de Arte Nacional  de Nicaragua, que promueve el poeta Pablo Antonio Cuadra, lugar en donde tendrá su destino definitivo.


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    Entrevista con Napoleón Fuentes

    Ante nosotros, un artista del grabado: ojos, oídos, manos, percepción (todo sensibilidad), que en noviembre de 1989 inauguró la exposición de sus grabados –treinta en total—. Fue una donación al Museo de la ciudad de México. Desde entonces hemos hablado de Nicaragua, de esa nostalgia sin fin de los que se hacen a la mar con su mar de sueños encrespados. y un buen día decidimos hablar con el artista transterrado, para volver, a través de estas líneas, a su tierra de “encendidos oros”. Se trata del nicaragüense Alberto De Trinidad, quien en 1947 desembarcara en Tenochitlán, ávido de nuevas  y más amplias luces artísticas, alentado por esa corriente –que recorría América de los grandes muralistas y maestro del arte del “México mágico”. Originario de Managua (1916), su obra es prácticamente desconocida en nuestro país.

    La crítica en México se ha ocupado, y con entusiasmo, de la obra de Alberto De Trinidad. Transcribo, p. e. j., el sentimiento visual de Berta Taracena: “Maneja limpia y bellamente la estampación al aguatinta y al aguafuerte, así como el linóleo y la litografía”. Leamos el criterio de Enrique F. Gual: “Celebremos, en Alberto De Trinidad, la serie grabada, obra de por sí valiosa, particularmente las bellas litografías, sentida y dramáticas, muy bien   equilibrados sus negros y blancos. Inspirados en la escena popular, sin profundizaciones en el interminable venero plástico del pueblo, expresadas con sinceridad, cariño y visión de conjunto. El resultado es, pues valioso”. Por su parte, Almingus ha escrito: “Tal vez en la litografía es donde acierta con mayor frecuencia a encontrarse plenamente; su extraordinaria riqueza de trazo, la permite en ésta dominar la luz y  toda expresión”.

    Como grabador, recibió en 1963 el premio “Ignacio Cumplido”, que entonces entregaba la Secretaría de Educación Pública de México. En lo que a museos se refiere, hay otras obras suyas en el Museo de Arte Moderno de México, en la Biblioteca del Congreso de Washington y en el Museo de la ciudad de México.

    De Trinidad, a través de su largo oficio en la plástica, ha trabajado la pintura, el dibujo, el grabado. De este último nos ocuparemos en esta oportunidad, ni sin antes hacer mención –a manera de despejar dudas sobre este quehacer artístico, que aún perviven entre ortodoxos despistados— de lo que Octavio Paz asienta en Los Privilegios de la vista: “La idea (falsa) de una supuesta jerarquía de las ares, dentro de la cual el grabado es un género menor. Para disiparla basta con pensar en los grabados de Durero, Rembrandt, Seghers, Piranesi, Goya, Daumier, Redon”. E interroga: “¿Quién se atrevería decir que El caballero, la muerte y el diablo o El coloso son obras menores?”-

    NAPOLEÓN FUENTES: En Nicaragua, qué era de su vida, de esa encrucijada que nos impone el destino, ese que calla para ver qué decidimos y luego imponer sus propias reglas de juego.

    ALBERTO DE TRINIDAD: En primer lugar yo podía decir que nací con la vocación del dibujo, de la pintura. Comencé a dibujar desde pequeño: me dieron papel y lápiz y fue mi distracción principal hacer monitos; mientras fui creciendo naturalmente me fui automejorando, digamos, porque a fuerza de hacer monitos hice cosas mejores. Para entonces ya mis tías, mis primas, mis padres me encargaban trabajos, que hazme un paisaje, que píntame una falda. Una tía que iba mucho a la Iglesia: por favor píntame estas cortinas para el Santísimo, voy a llevarlas a la Iglesia, o dibújame este mantelito para la Virgen. Y yo pintaba y dibujaba todo lo que me daban.

    NF: En una ocasión me dijo que había estudiado una carrera universitaria, más que todo para complacer a sus padres, como suele sucederle a los artistas, “complacer”, corriendo con esto el riesgo de quedar atrapados en la telaraña del compromiso, viviendo del recuerdo, cada vez más pesado, de “las ilusiones perdidas”.

    ADT: En efecto, fue en la ciudad de Granada, donde fungía la Universidad de Oriente y Mediodía, como le llamaban. Yo dije para mí: qué estudio, si lo que me gusta es pintar. No quiero ser médico, ni abogado, ni ingeniero; no me gustan estas carreras, pero en fin, para satisfacer a la familia voy a estudiar química-farmacéutica, una profesión más rápida, más sencilla, menos presionada, tranquila. Era asunto de meterse a una farmacia, hacer medicinas en el mortero y eso era todo, tranquila, bonita, sin andar con los líos de los juzgados o de los hospitales, en eso de que se muere que no se muere un paciente. Entonces estudié farmacia, pero ya predispuesto a uno practicarla. Sin embargo, la practiqué unos cuantos años, haciéndome cargo de farmacias en Granada –aún antes de terminar la carrera—, entre ella la Farmacia Alvarado, famosa en aquel tiempo. Luego mi fui a Managua donde me ofrecieron trabajo en la Cementera como químico analista, lugar donde trabajé 5 o 6 años; mientras tanto hacía mis ahorros para venirme a México, alentado por artistas que apreciaban mi trabajo de dibujante, de pintor, entre ellos el maestro Genaro Amador Lira, de quien le hablé en otra oportunidad, escultor que estuvo en México por un buen tiempo, se regresó a Nicaragua para luego volver a México, por el año en que llegó al poder el presidente Miguel Alemán. Fue el primer director de la Escuela de Bellas Artes de Managua, y más que eso, su fundador, o por lo menos uno de sus fundadores. E hizo, además, que se fundara la Escuela de Teatro y Danza, que funcionaba adscrita a la EBA.

    Al llegar a México, mi propósito era quedarme un año o dos a lo sumo, para estudiar dibujo, pero al encontrar oportunidades tan amplias fui postergando mi regreso, y pasó un año, dos, tres, pasaron más, y me fui quedando, entre estudios y maestros de grabado, que prolongué luego en la Escuela Nacional de Artes Gráficas y en la Escuela de Artes del Libro.

    NF: En Nicaragua, ¿realizó estudios académicos de pintura o dibujo?

    ADT: Sí en la Escuela de Bellas Artes de Managua.

    NF: Sabemos que usted es pintor, dibujante, grabador. ¿Con cuál de estas tres disciplinas de la plástica se identifica más?

    ADT: Básicamente con el dibujo, pese a que el grabado lo desarrollé con mucho ahínco desde que hice mis estudios en México en la Academia de San Carlos.

    NF: ¿Cree usted que --- puede ser un medio –uno de tantos— que el hombre alcance algún nivel de libertad?

    ADT: Claro que sí, el arte es cien por ciento libre; el arte con cadenas, con intereses preconcebidos que satisfacer no se llamaría arte, cualquier cosa, menos arte. El verdadero es el que toma su oficio como parte esencial de su vida, porque si lo toma como un medio para alcanzar determinados fines –monetarios, políticos, etc. —, el resultado será una engañifa para sí, ya que a los que lo rodean no podrá engañarlos siempre. Luego luego se ve, se palpa, que lo que está haciendo es manejar con argucias un pobre y mediocre pincel con alarde de pomposidad, chillante, para efectos momentáneos de deslumbre, nada más. Dicen algunos mercaderes: "Hay que manejar un cuadro, la obra que uno va trabajando. Hay que manejarse”. ¿Manejarse ante quién? Bueno, yo considero que ante los poderosos para obtener algún favor.

    NF: Volviendo a su formación artística en Managua: ¿además del escultor General Amador Lira, que le ayudó en su formación, recuerdo otro? O de la Academia de San Carlos, ya aquí en México.

    ADT: En Nicaragua ya lo mencioné. En la Academia de San Carlos, un maestro español, Antonio Rodríguez Luna, dibujante y pintor magnífico, influyó en mí con su dibujo; el otro es Benjamín Coria, maestro mexicano formado en Italia; en el grabado, Francisco Díaz de León, ya en la Escuela de Artes Gráficas,  y Ángel Zamarripa. Claro que hubo otros, pero éstos fueron los básicos.

    NF: Me gustaría que habláramos un poco directamente de sus grabados. He notado que entre las diferentes técnicas del grabado, la litografía a lápiz graso es la que más abunda en su obra. Siendo así, me gustaría dijera en cuáles ha tenido más dificultad, mayores problemas de solución: en el linóleo, la madera, punta seca, que son las que sobresalen en su obra ya de muchos años.

    ADT: Me parece que las he trabajado con igual gusto, con relativa facilidad; yo diría que la diferencia puede ser más bien en el gusto, tengo muchísimo gusto en trabajar más la litografía a lápiz que la litografía en otras técnicas. La razón es sencilla: yo soy, como antes lo comentaba, esencialmente dibujante; trabajo la pintura, el grabado, pero por lo que más me inclino y lo mejor trabajo, creo, es el dibujo, y la litografía a lápiz es la que más se parece al dibujo en sí.

     NF: ¿Qué épocas de su vida las considera más agradables o más desagradables, en este “rápido tránsito” como diría el poeta Coronel Urtecho?

    ADT: Más agradables, ¿qué será? Pues tiene que ser cuando decidí mi estancia en México, mis primero tiempos en que todo eran balbuceos, pruebas difíciles, cuando todo quedó definido y decidí quedarme, yo diría que esos fueron momentos felices, uno de los más felices de mi vida, cuando ya me sentí firme de seguir con lo que inicialmente me identificaba, las artes plásticas. Ahora, el más desagradable, yo no calificaría como especialmente desagradable ningún momento en mi vida, porque aun los momentos difíciles me parecen naturales, haberlos vencido, haberlos sobrepasado y haberlos dejado atrás, eso me parece natural, así que no los calificaría de infelices.

    NF: La donación que por mi medio ofrece para enriquecer el acervo artístico de Nicaragua, trata de grabados, tal como me los ha dado a conocer. ¿Hay algo más?

    ADT: No solamente grabados, hay pinturas, dibujos; es una buena parte de la totalidad de mi obra que he conservado con celos esperando una oportunidad como ésta. Se trata de una donación que quiere ser un grano de arena que yo deseo poner en el futuro cultural de Nicaragua.

    NF: Me gustaría que habláramos un poco acerca de sus cuadros, tocar alguno. Por ejemplo yo siento en este grabado DESOLACIÓN, ese desgarramiento interno, lento, burilado a paciencia de muchas vidas en una. Leamos: tres personas, dos mujeres y un niño, apenas con las huellas de un pasado que se ocupó de su exterminio (sugerido y vivo a un tiempo), hasta quedar sólo una cerca destartalada, que algún día sirvió para resguardar el jardín campestre de un hogar, porque el campo viene siendo el testigo mudo, ciego y  sordo donde se retrata esa desolación, con unos cuantos magueyes a su alrededor, partícipes también de ese momento en que las dos mujeres caminan apresuradas, en terca negación a dar la cara (verdadero rostro de la desolación, en este caso), y un niño que camina jalado por una de ellas, asido por su manita izquierda a la larga falda de la que va atrás. Una huida en la desesperación que las acompaña, agregado al niño que se aferra por instinto milenario, como la tierra que lo sostiene. ¿Y por qué apresurado? Porque ya no pudieron con ella, porque hasta el occipucio les envolvió, porque ya nada quedaba de los tres.

    Permítame otro comentario: se trata de NOCHE DE MUERTOS EN JANTIZIO. Aquí es evidente el reiterado tema de la muerte que nos dejó en su obra ese titán del grabado mexicano, José Guadalupe Posada. Sin embargo, en su NOCHE DE MUERTOS EN JANITZIO hay unas “veladoras” con una carga de tristeza, propia de los deudos, sin esa “irreverencia” que casi siempre encontramos en Posada: la calavera llorando o bailando o emborrachándose. La muerte en su jolgorio. Hay variantes en el tratamiento de lo acontecido, propio de un ojo avizor, en este caso el suyo, de lo que no se debe repetir. Es una notoria variante a la “fiesta” del día de los muertos que se da aquí en México.

    ADT: Sí eso es. Respecto al grabado DESOLACIÓN el comentario suyo describe la obra, y me queda muy poco que agregar, pues así como usted dice, eso es DESOLACIÓN, es la miseria ancestral del oprimido en el mundo, rodeado de un paisaje desolado, desértico, sin que aviste todavía ningún momento de salvación o de redención, va desamparado, y a eso se debe su título. Allí no hay redención, ni se prevé ni se vislumbra.

    En cuanto a la NOCHE DE MUERTOS EN JANITZIO las diferenciaciones de que habla es algo que debe tomarse muy en cuenta al trabajar una obra, porque ciertamente un artista poco avisado puede caer en esa red de la imitación, especialmente cuando se trata, como usted dice, de un artista de la talla de Posada. Es a lo que se enfrenta todo artista, y es ahí donde necesita ampliar su visión para salvar escollos de esa naturaleza, para superarlos cuando se está en la tarea de plasmar una obra.

    NF: Tratando de ese momento, de esos momentos de pensar una obra, de hilvanarla emocional y mentalmente, o de esas que llegan de golpe, ¿el artista deberá contener sus ímpetus creadores, constreñirse por cánones o preceptos de alguna índole?

    ADT: No, el artista no tiene por qué someter su obra, dejarla al arbitrio de una imposición, una ruta dada en forma preconcebida; tendría resultados fatales, porque la característica básica del artista, de la obra de arte, es la libertad absoluta, total; el arte no puede soportar barreras, ni lazos de ninguna clase. Para el arte, veo que lo más saludable es hacer uso de esa libertad, porque sólo así podrá mantenerse vivo, fresco. Ensombrecer la imaginación del artista es dejarlo solo, desamparado dando vueltas en el “qué dirá el poderoso, el omnipresente, el omnisciente”. Más: “será de su agrado, qué humor le acompaña este día, qué pensara o cómo andará su temperamento hoy". Papel pobre y triste, no?

    Al dar término a esta conversación, el artista Alberto De Trinidad nos reitera que en breve hará una hermosa y preciada donación de sus obras al pueblo nicaragüense, mismas que podrá degustar en el Museo de Arte que promueve el poeta Pablo Antonio Cuadra, y que pronto –si Ares lo permite— veremos en funciones adecuadas.

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    N.B.: Entre la abundante participación de Alberto De Trinidad en exposiciones dentro y fuera de México, anotamos:

         a) Individuales:

         —Grabados y Dibujos de Alberto De Trinidad. Galería del Instituto de Arte de México. D. F. Abril de 1957.

         —Exposición de Grabados e Ilustraciones de un libro de poemas. Instituto de Arte de México, México D. F. 1958.

         —Exposición de Alberto De Trinidad. Escuela Nacional de Artes Gráficas. México D.F. 1970.

         —Litografías de Alberto De Trinidad. Noviembre de 1989. Museo de la ciudad de México.

         b) Colectivas:

         —Exposición de Grabados. Intercambio entre México y  Japón. En Mitsukoshi, Nihon-Bashi, Tokio Julio de 1959.

         —Festival de Cultura Mexicana. Exposiciones de Pintura y Grabado. La Habana, Cuba. Diciembre de 1959.

         —Grabado de México. Exposición, Diciembre de 1965. Oslo, Noruega.

         —Art Contemporain du Mexique Peintures. Gravures Résidence du Louvre, París Aotu-Septembre 1966.

         —Primer Salón Nacional de la Estampa. Primera Exposición en el INBA. Diciembre 1971-Enero 1972. Palacio de Bellas Artes. México, D.F.

         —El Senado de la República Mexicana Presenta a la Escuela Nacional De Artes Gráficas CETIS No. 11 Exposición. Grabado Contemporáneo Senado de la República. Marzo de 1984. México D.F.

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