En
el ambiente de los pintores se dice con insistencia de que estas preparando una
gran exposición de escultura en metal. Que ya tiene listas unas veinte obras y
estas tratando de conseguir el patrocinio de la Sociedad Pro-Arte Rubén Darío.
Más aún algunos comentarios señalan como el único lugar apropiado para su
exposición los jardines del Teatro Nacional. ¿Qué nos podrías decir de esto?
Noel
Flores Castro, pintor y escultor. Profesor en la Escuela Nacional de Bellas
Artes, sonríe simplemente y se encierra en su característico hermetismo.
Siempre el mismo tímido, reservado, no ha cambiado desde cuando lo conocimos
hace algunos años, en la famosa Villa Fabricotti de Florencia, Italia, donde en
un ambiente de bohemia, se lo disputaban las muchachas rubias de Alemania,
Suecia, Noruega. Con su sonrisa siempre a flor de labios, sorbe tranquilamente
la cerveza y comienza a explicarnos cuáles son las aspiraciones del artista.
“El
Pintor aspira a llenar su propia función como artista, la cual consiste, al
mismo tiempo, en cumplir con su labor al servicio de la comunidad como elemento
humano. En otros términos, tiene que cumplir con una labor en su propio
ambiente y ponerla al servicio de quien la necesita.
En realidad
añade
Flores─ cuando uno pinta lo primero que tiene que cumplir es con un deseo que
nace de una necesidad emocional, un algo que nos impresiona, que puede ser
chocante o agradable, que lanza al artista en la ambición de plasmar ese
sentimiento en forma violenta o plácida, en líneas que se puedan definir bajo
diferentes aspectos”.
Refiriéndose a su labor de pintor, Flores
comenta: “Actualmente estoy haciendo una pintura abstracta, diría para precisar
que se trata de un abstracto objetivo que consiste en respetar ciertas figuras, ciertas formas dentro
de un paisaje , por ejemplo. No se trata
─añade tratando de entrar al tema─ de un paisaje como uno lo mira, sino que
trato de idealizarlo; insisto en que no hago un abstracto interpretable sino un
abstracto objetivo”.
Debussy
─agrega para explicar mejor su pensamiento─ transmite un impresionismo que
está dentro de la realidad de las cosas. Quiero
decir con esto que una realidad abstracto no es una cosa fuera del alcance,
fuera del natural”.
Tú haces una diferencia entre abstracto
intelectual y un abstracto, digamos, que se puede abstraer de la realidad, de
la forma misma de las cosas, esto es lo que tú llamas abstracto objetivo o
realista. En un cierto sentido tu explicación del abstracto corresponde a una visión
materialista de las cosas, pues repropones, en términos pictóricos, el
pensamiento expresado por Marx en la Crítica de la filosofía de Hegel y según
el cual ·”el espiritualismo abstracto es
materialismo abstracto; el materialismo abstracto es el espiritualismo abstracto
de la materia". El filósofo quería señalar con esto que los esfuerzos colectivos
humanos son al mismo tiempo materiales y espirituales, en cambio, tú llegas a
una conclusión muy diferente en el sentido de que consideras al abstracto intelectual “una
curiosidad, una novedad de formas” Flores simplemente sonríe y pasa analizar la
importancia de la línea y del color en la pintura: “Es lógico. Tienen su propio
valor. Por ejemplo, el color reposa sobre el dibujo y ambos tienen que
compaginarse sin llegar el uno al otro a mayor o menor importancia.
En
cambio la textura carece hasta cierto punto de valor porque es capricho del
artista. A mi juicio la pintura puede
dar sólo color, sin buscar el apoyo de la textura. Para el pintor la textura es
una variante que ayuda en la búsqueda de los planos, sirve para precisar las
características del objeto adaptada a la
expresión, pero como elemento no le encuentro tanto valor o tanta necesidad.
Una tinta, por ejemplo no tiene textura, pero tiene valor, da su propia
intensidad de profundidad y volumen. La textura es un elemento de búsqueda
determinada por el modelo, búsqueda aproximada de lo que se quiere expresar.
Tratando de sacarle un juicio sobre la
pintura nacional llegamos a abordar, con el reservadísimo Flores, la obra de
Armando Morales: “Su trabajo me gusta no tanto como en técnica, pero sí por la importancia que ha
dado a la pintura de Nicaragua y, en un cierto sentido, a la libertad de
expresión; Morales es un iniciador del arte abstracto en el país y eso es una
cosa que tiene valor”.
Explícame qué es lo que valorizas en la
obra de Morales:
“Más que todo doy valor a la modernidad que ha introducido en
la pintura nacional. En general, sin embargo, considero que su pintura no es
muy personalista, está basada sobre todo, en un ambiente internacional, no
vemos que sus líneas y sus planos, sean propio de él, originales, ciertamente,
pone lo suyo, su interpretación, pero está en lo internacional. No es el caso, en que cambio, de un Botero en
el que encontramos líneas y características propias particulares”.
¿Quiere decir con esto que es mejor seguir, si se debe seguir a
alguien, a los grandes maestros?
“Para mí, lo más correcto, una vez que uno tiene sus conocimientos de los grandes maestros, es seguirse a sí mismo; porque de otra manera el valor no sería nuestro sino del patrón que uno sigue”.
─Volviendo al empleo de la textura, ¿qué piensa
de Aróstegui?
“Su pintura me gusta por los objetivos que
persigue, es decir la idea que aplica a lo social y también como
aprovechamiento técnico. Pero hasta un cierto punto me da la impresión de ser
poco pictórico en su método de expresión”.
La
obra de Aróstegui ─nos dice Flores─ no lo convence “como pintura que va a trabajar
a base de color”. “Da la impresión, ─añade─ de que se trata de un arte
aplicado, al menos, eso es lo que sugiere. Es curioso, en sí, pero no como
pintura sensitiva”.
Flores sonríe siempre y se nos escapa
cuando tratamos de sonsarcarle un juicio general sobre la pintura nacional.
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