jueves, 19 de enero de 2017

TERCERA EXPOSICIÓN DE PINTURAS DE LA ACADEMIA DE BELLAS ARTES*



SALÓN DE 1907

15 de Septiembre


         La Academia de Bellas Artes ha abierto la tercera exposición de pinturas. El Jurado electo para juzgar los trabajos presentados á concurso en dicho ramo ha discernido los tres premios en orden descendente, al señor Benjamín Escorcia, á la señorita Angelina Teller y al señor don Aristides Hazera. Ha habido verdadera rivalidad en el certamen; todos los cuadros presentados son de mérito, y el Jurado ha debido trabajar mucho para elegir –ya que era indispensable— entre aquella linda colección de FRUTAS. 

Aquí está un cesto rebosante de naranjas con sus cortezas verdes y zumosas, que diríanse recién arrancadas al inclinado ramo. Allá mamones en racimo y naranjas y limones, combinados en elegante disposición con el vaso y la cucharilla para el refresco. Mango segura, pincel avezado á forzar al color á entregar sus secretos, dícenme que esas telas deben llevar como blasón de origen: Peñalba pinxit. Tal firma leo en otros varios cuadros que se distribuyen sobre las paredes de la galería donde el Arte nacional ha celebrado el triunfo del esfuerzo sobre la indiferencia circundante. Entre ellos un símbolo: La Envidia. El cuervo feroz que picotea los laureles del genio y el doloroso gesto de aquella faz martirizada por el más cruel de los sufrimientos; y un lienzo mural, destinado para ser uno de los catorce que debieron decorar la iglesia principal de esta ciudad: Jesús consolando á las mujeres. El noble gesto del Nazareno augusto, del Jesús blondo que va al suplicio, constata en su doctrina de misericordia y cuya mirada apacible cae como una unción suave sobre el corazón de aquellas mujeres compasivas, contrasto con la rudeza de los verdugos que arrastran al sentenciado por Pilatos entre el tumulto y los gritos, entre la cólera y la piedad de aquella conmovida Jerusalén.

         León F. Aragón ha enviado, según me dicen esta riente moza, con su batea colmada, donde el trópico muestra su pompa. La jugosa pina de, la guayaba de sabrosa pulpa, icacos, destacándose sobre esta…

         [] etiqueta mira al través, un cestito volcado donde los pinceles han llegado al prodigio, y el vaso en el que queda una parte del licor escanciado, el vino rojo y generoso. Tal el cuadro en conjunto. Tiene alguno de frutas. La verdad le da siempre su ósculo glorioso.

         Benjamín Escorcia ha sido recompensado con el primer premio. ¿El efecto de su cuadro? Sí lo tiene. Las piñas están pintadas con maestría y hay naranjas y mangos, guanábana y soncoya. Su triunfo, de buena ley.

         Angelita Teller ha pintado en artística agrupación naranjas y mangos, icacacos y jocotes; la pitahaya de color cardenalicio y los áureos bananos. El toque más alto lo dá uno de éstos despojado en parte de su cáscara. Tiene también en la galería entre otros trabajos, su Despedida premiada en el certamen anterior. De una sencillez sugestiva, el sentimiento flota dominando los escasos defectos de su ejecución. Es el recluta arrancado al amor de los suyos por las exigencias del servicio militar o por la guerra encendida, que atado del brazo y con la chamarra al hombro se despide de su mujer á la vera de la cerca de su rústica habitación.

         Juan Cuadra tiene aquí dos notables paisajes. Su pincel sabe jugar con los contrastes. La luz es su querida. De ellos podría decirse con Peter Altemberg, “lo triste es así…” El uno es un mar gris, un “mar de pizarra”, la barca inmóvil con las velas colgadas de los mástiles, en pleno reposo. El viento está ausente. El cielo hace juego con el mar, y los toques magistrales en esa lucha de la luz con las sombras invasoras, cautivan el alma y la hacen sentir la fuerza melancólica del paisaje. El otro es una puesta de sol Crepúsculo del trópico, fantasía de colores en derroche. La selva susurrante, y en la tristeza visperal de la hora, el caminante solitario que atraviesa por la tortuosa senda.

         Chepita Pineda, exhibe unos magníficos retratos al crayón. Trabajos en que ha igualado al maestro; hablo de Pedro Martínez.

         Y más firmas. Aquí hay unos paisajes de Margarita Browne-Weeber. Los ocasos tropicales derramando la fiesta de sus luces sobre el atavismo de las nieblas británicas. Rosibel Morales, haciéndonos sentir la Resignación en la actitud completa de su símbolo. J. D. Tijerino con su cuadro Frutas, ingenuo y de potencia imaginativa; José Antonio Sarria con un retrato de doña María de Villa, en que esta dama muestra su aristocrática belleza, y algunos paisajes para biombos; José López, con varias pinturas decorativas, notables por la gracia, y Polito Marín  un iniciado de pocos años que ha exclamado en nuestros torneos: Yo también soy  pintor.

         Una agradable impresión deja en el ánimo la vista de esta  galería donde el Arte patrio ha celebrado el triunfo del esfuerzo sobre la indiferencia circunstante. — CRONISTA.

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*Publicado en revista “El Alba”. Publicación mensual. Segunda Época; tomo III, No. 2. León, Nicaragua, 15 de Octubre de 1907. Director: Antonio Medrano. Redactores: Manuel Tijerino y Belisario Salinas. Impreso en Tip. de J. C. Gurdián & Cía. Ltda. Pp. 73-76. 

Fuente: Biblioteca y Archivo Histórico "Dr. Eduardo Pérez-Valle":  eduardoperezvalleblogspot

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