jueves, 31 de julio de 2014

SILVIO MIRANDA. Reportaje de Edwin Yllescas Salinas. En: La Prensa, 25 de Octubre de 1964.


*Joven pintor sordomudo gana premio Centroamericano.

*Cuadros del silencio.

Tres fotos de SILVIO MIRANDA y su expresivo lenguaje de sordo mudo, mientras era entrevistado por Edwin Yllescas acerca de sus opiniones artísticas y de su obra pictórica. Las pinturas y esculturas de este sorprendente artista joven nicaragüense ya venían conquistando premios y llamando la atención del público nicaragüense desde hace años. Desde muy niño se destacó por su admirable don de dibujante y pintor en la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde fue formado y donde sigue trabajando.

Silvio Miranda, joven pintor de 18 años, perteneciente a una familia de pocos recursos, y en la cual además de él hay otra hermana sordo-muda, representa dentro de la Pintura Nicaragüense un caso único y una extraña esperanza: su condición de sordomudo le ha colocado de una manera especial y llena de originalidad frente al mundo externo e interno.

Cada uno de sus cuadros está situado, o mejor dicho inmerso en el silencio verbal y auditivo, sensorialmente sus cuadros carecen de verbo y acústica, sus retratos, especialmente los de mujeres, parecen ser también ellas sordo-mudas, pero igual que en él, esa ausencia está sustituida por el ojo, y maravillosamente sustituida.

Su misma admiración por Velázquez y Van Gogh, se pueden explicar por el ojo, Silvio ve y oye la luz y el sol de Velázquez y Van Gogh, e incluso lo que él –según el intérprete— llama la nota solar de Beethoven. Su paralelo entre Beethoven y Van Gogh no es absolutamente azaroso, Beethoven suena a veces como templado por el Sol.

No resulta raro pues que su admiración primera por Van Gogh se haya desplazado hacia Velázquez lo que hace con ese cambio es avanzar linealmente hacia el nacimiento del rayo, hacia una luz no sólo americanísima en su expresión como la de Van Gogh, sino hispanoamericanísima desde su raíz, injertada, como la de Velázquez.

Interesante para una pausada meditación resulta la respuesta  de “abstracto para los demás, no para mí” con que define su pintura, ya que esta sensibilidad enclaustrada sufre de una oscilación entre lo abstracto y lo naturalista, pero se trata como también él lo ha dicho, de sentimientos que se expresan espontáneamente por esa vía, lo cual los convierte en acto vital, que puede resultar tan abstracto a los demás como un beso a los marcianos.

La presente entrevista de Silvio Miranda, co-ganador del Primer Premio del Décimo Certamen de Pintura Centroamericana, efectuado en El Salvador, fue realizada por medio de un intérprete. La traslación del alfabeto manual con que Silvio se expresa, al alfabeto común fue hecha siguiendo las palabras del intérprete, y acentuando estas según el corte, rapidez y violencia de la profusión de gestos de Miranda.

Esas mismas respuestas revelaban un alto sentido crítico, una madurez y una independencia casi desconocida entre el grueso de los “pintadores criollos”, muchos de los cuales si no se sindicalizan para el decorativismo político, lo hacen para el decorativismo social, lo que les resulta muy bien pagado por los partidos políticos o por cierta sociedad mórbida.

Su recomendación de coraje, trabajo y más trabajo para los pintores nicaragüenses debería ser escuchada con especial atención. Viene de un joven encerrado en la más pura cárcel del arte.


¿Qué piensa del Premio?

--Estoy satisfecho. Pero uno no debe sentirse orgulloso por eso.
Cuando leí el telegrama lo tomé con calma, se puede esperar todo porque todo está en las manos de Dios.

¿Cree Ud. que los cuadros enviados al certamen merecían el Premio?

--Por lo menos merecían ser enviados. Son cuadros abstractos pero con cierto sentido.

¿Qué piensa sobre el Arte?

--En pintura lo único que admiro es a Velázquez. No sé decir nada sobre el resto del arte. Lo siento mucho. Velázquez es el único que me produce sentimientos. Domina como nadie el carácter. Él ha influido en mi pintura, lo he estudiado y  copiado durante meses y años. No duermo pensando en Velázquez.

Hace algún tiempo se supo que Ud. sentía una gran admiración por Van Gogh, y  que eso influía en su pintura. ¿Ha cambiado a Van Gogh por Velázquez?

--A Van Gogh  lo estudié mucho, pero ahora Velázquez y también Goya me han hecho olvidarlo. Vicent se me fue por completo, pero su empaste violento es una cosa que está en mí.

¿Usted habló de Goya, qué pasa con él?

--Su sentido trágico y la soltura de su línea me impresionan, sus rostros macabros están en toda la pintura moderna. Pero Velázquez sigue siendo el primero, por lo menos mí primero.

¿Acaso no existe para Ud. una época pictórica llamada “Impresionismo”?

--Es una cosa moderada, hay buenos y malos. Cezanne está bueno por su técnica suelta, sus empastes y su solidez. Manet por lo realista, Gauguín es la mejor área simplificada. Pizarro no me gusta, todo lo hace a la brava. La alegría de Renoir me impresiona, pero no la entiendo.

A propósito de la alegría, ¿Ud. la ha experimentado?

--Vivo alegre. Nunca me enojo. Creo que la alegría depende de Dios no del hombre.

Suena un piano en su forma más grave. Silvio interrumpe la respuesta sobre “su”, alegría, y según el intérprete comienza a hablar sobre música, sobre Beethoven.

--Beethoven es otro de los pocos artistas que me hace sentir. Hay entre él y Van Gogh una similitud rara, ambos estaban obsesionados por un color  y una nota solar. El empate violento y la nota grave me parecen el mismo sentimiento. Cuando veo a Van Gogh pienso en Beethoven, y cuando pienso en Beethoven veo a Van Gogh.

El entrevistador corta el tema de la música; el de la alegría ha quedado en su lugar, y vuelve ahora con el del “Expresionismo”.

¿Y los expresionistas?

--Goya es el primero de los expresionistas, de él nace todo lo que se conoce con el nombre de expresionismo. De ellos me gusta como trasmutan la realidad en expresión vital. Eso yo lo he experimentado.

¿Qué trata Ud. de experimentar y hacer con su pintura?

--Sólo espero en Dios, no sé lo que va a pasar, pero deseo llevar el retrato a un máximo de simplicidad. Allí es donde me siento Silvio Miranda.

¿Se considera Ud. fuera de las actuales corrientes pictóricas concretamente fuera de la ola abstracta?

--No. Me debato entre el arte abstracto y el retrato, estas dos cuestiones me persiguen. Algunos de mis sentimientos sólo los puedo expresar de una manera que resulta abstracta para los demás, no para mí.
Otros de mis sentimientos necesitan un retrato. La sola abstracción es mala, no hay que olvidar la naturaleza.

En relación al arte abstracto ¿qué piensa de Armando Morales?

--No me importa Morales. No es un genio como algunos creen, pero es un gran artista. Admiro sus cuadros con moderación. Él ha ganado muchos premios, pero eso no tiene ningún interés. De niño lo admiré mucho, ahora que tengo más edad he corregido eso, actualmente procedo según me siento.

Quiere decir eso, que Ud. no considera que Armando Morales sea el mejor pintor de Nicaragua.

--Sin discusión alguna él  es el mejor pintor de Nicaragua y uno de los mejores de Latinoamérica. Es bueno en su totalidad. Después de él, reconozco que Peñalba es un gran retratista.

¿Qué opina sobre la Pintura Nicaragüense?

--Le falta mucho trabajo. No está a la altura de otros países menos dotados. Hay ahora mucho decorativismo social y político. Se debería observar el ejemplo de Morales que es un gran trabajador. En general hace falta coraje y trabajo y más trabajo.

A propósito de “decorativismo político”, ¿qué piensa del arte de tendencia?

--Solamente Orozco, Siqueiros y Rivera son los que valen, y no por su tendencia, sino por su calidad artística. Los demás en Nicaragua y en todas partes caen en lo vulgar.

¿Y la exposición de Picasso qué le parece?

--Picasso es un hombre indiscutible, es maestro de maestros. Dalí a su lado es un enano que no da vida.

Para terminar, ¿cree Ud. que su condición de sordomudo ha influido en su pintura?

--La pintura suple mi voz y mi oído, Dios me ha señalado ese camino. La pintura es mí  único contacto con el mundo exterior. Todos los días rezo humildemente para que Dios me de voz y oído, o por lo menos una de las dos cosas, y siempre por la mañana me levanto esperando que haya sucedido el milagro, y eso lo espero desde algunos años. Pero nunca viene.
Sin embargo, Dios no deja de estar en el centro de mi vida.

¿Después de la pintura, hay otra actividad que atraiga su interés?

--He practicado la joyería, la relojería, armo y desarmo todo lo que cae en mis manos, pero ninguno de esos caminos es el mío.

¿Tiene Ud. algo más que agregar?

--Sí. No me interesa lo que digan las revistas y los periódicos acerca de mí. Preferiría jugar ajedrez antes que leer algo sobre mí.





ALCALDÍA OBSEQUIARÁ CUADRO A REYES. En: La Prensa, 18 de Abril de 1991.


Un bello cuadro de uno de nuestros más destacados pintores, Guillermo Rivas Navas, será entregado como obsequio a los Reyes de España, a su arribo a Nicaragua.

Rivas Navas, quien es profesor de la Escuela de Artes Plásticas del Instituto Nicaragüense de Cultura, al ser abordado por nosotros nos comentó, que se trataba de una sorpresa para sus majestades, pero como “entre cielo y tierra  no hay nada oculto”, al enterarnos de la noticia queríamos que nos describiera la obra.

En la obra aparece la Reina Isabel la Católica –representando a la Madre Patria, España— haciendo entrega de las joyas de la corona directamente a tres hermosas indias en cinta. Las tres indias representan a las tres Américas, Norte, Centro y Sur y el fruto de sus vientres representa a los países que surgirán de su seno. La expresión de la Reina es una de dulce serenidad, destacándose la expresión tierna de sus ojos. 

“Soy un creador libre” GUILLERMO RIVAS NAVAS, UN TESTIGO DEL PASADO. Por: Edwin Sánchez D. En: El Nuevo Diario, 1 de junio de 1987.

—Mi arte ha gustado. Pinto lo que a mí me gusta, si no dejaría de ser un artista para ser un comerciante. —  Guillermo Rivas Navas, un solitario de la creación ha resuelto su vida con los pinceles que recuperan la memoria de un tiempo olvidado. Su talento no tiene preferencia por ninguna corriente y siempre confesará más allá del boceto, que el artista debe ser libre.

Si notamos seguridad en su expresión es que hay una obra especial en su arte.- Tengo muchos encargos que cumplir, pero nunca he querido protectores. No lo pretendo porque estar protegido por alguien solamente significa sumisión.


Le han solicitado un cuadro que no aparece por ningún lado en su estudio porque en realidad no lo ha hecho, pero aun así, cuando ya está de por medio un cliente, él mandará sobre el gusto de aquel y  sabrá imponerse porque es un devoto de la “plena libertad de expresión artística”. Una testigo, casi inocente, de lo que él sostiene es la “mujer del mercado” que ha ido naciendo de su pincel, no virgen, sino preñada por la dura realidad. Y nacerá así, tumultuosa, bella y realista sólo para satisfacer, quizás, el fuego interior del pintor.

Rivas Navas comenzó a vivir en 1929. Sus estudios se extendieron a las reconocidas escuelas de bellas artes de Río Janeiro, en la Academia de San Fernando de Madrid y en San Alejandro en La Habana. Ha expuesto en varias universidades norteamericanas y participó con éxito en varias Bienales hispanoamericanas en Madrid, Venecia, Francia, Brasil, Cuba, Texas, México y Nicaragua.
EL PASADO

Una de las tareas planteada por su genio consiste en la empecina labor de retratar los años abandonados para formar una especie de documental histórico, de acuerdo a la realidad que vivió. Marian Fiallos Gil reconoció que “las angustias, las inquietudes, los recuerdos del artista se mueven en plena armonía de un pasado gloriosos y romántico que nuestro pintor quizás vivió en tiempos de su niñez”.

Este primer asomo al pasado cercano, encierra al observador de las pinturas en ese mundo de nostalgia que sin duda dominó al artista a tal punto que le hizo despreciar el presente durante el proceso creativo.

La “Dama Bordando”, es una obra que retrata, más allá de la definición física de una moda, de una época, la propia cultura y los atisbos de un comportamiento social ajustado al juego perfecto de las reglas que las generaciones posteriores sólo comentaron con una sonrisa.

Desde hace mucho, su misión ha sido dejar una constancia histórica de lo que el ojo del artista percibió en su época. Para esa peculiar forma de derramar organizadamente la pintura sobre el lienzo del tiempo ha ocupado la figura femenina.

“Son los recuerdos de las mujeres que vi en mi infancia de cómo se vestían. Esto será un documento de los que fue”, manifiesta en tanto que muestra algunas de sus obras que han “enterrado” el polvo y el olvido. Vemos así la antigua mantilla que las damas utilizaban para cubrirse la cabeza a la hora de entrar a la iglesia.

RESURRECCIÓN

“Estoy resucitando lo olvidado”, expresa un hombre que siempre recordará los encajes, las cintas, las tiras bordadas, los metidos y el minardí, elementos que realzaron la belleza de la mujer nicaragüense en otros tiempos, como apuntaría el doctor Fiallos Gil.

“Mi pintura es una mezcla de impresionismo y latinoamericanismo, campeando en los que se llama la Escuela Libre de París”, confiesa. También el abstraccionismo y el surrealismo le han arrebatado su talento.

Hoy, a los 56 años, piensa realizar exposiciones en base a esas corrientes. Los primeros bocetos los guarda en un viejo folders. La idea, viva, pronto bajará a través de su cómplice compañero, el pincel.

Otros bocetos preparados para nuevas exposiciones contemplan motivos típicos, religiosos, fundidos en el abstraccionismo. Ha logrado comunicar en su propio lenguaje figurativo las señales de aleta de un mundo funesto. “El Cristo arrepentido escapa del madero porque la humanidad adoró la cruz y se reveló contra Él”.

El artista abandonó en su juventud los estudios sacerdotales, pero en su alma de creador, la presencia religiosa termina de revelarse, pero para convocar el reverso de su sentido original. En sus pensamientos aún yace el boceto que no entregó al papel. Es la idea de un Cristo cuyas vísceras han sido comidas por los zopilotes, aves negras que poco a poco se irán tornando en sacerdotes. Es la denuncia o el frío sentido de un talentoso herido en su sensibilidad.

MONJAS NEGRAS

Por un momento nos dejamos seducir por la bella pintura de las Monjas Negras, creado en Brasil. Rivas Navas otra vez se salió de la corriente, de lo común para comunicar la espiritualidad morena a despecho del sexo encantado que siempre han denuncia y alabado los blancos. Prescindió de las facciones del rostro y confió en los trazos de las místicas líneas para cumplir su propio contrato con la calidad artística.

Muchas veces ha roto con la cárcel física de la realidad pero sólo para escoger su propia celda, donde sólo caben el caballete, el óleo y la inspiración de los recuerdos.

En Brasil, cuando atravesó la calle de la mundanidad, se entregó paradójicamente a pintar motivos religiosos. Con todo, opina que no hay un desligamiento entre lo que él vive y  hace a la vez en su estudio. “Soy como un fotógrafo, voy por la calle y lo que veo lo retengo en la memoria, porque tal vez puede servirme para un cuadro”.

El proceso de creación no tiene un tiempo definido. Hay una enunciación y luego una pomposa renuncia al comodismo. Consumirá entonces muchos días para corregir un boceto. El cuadro de San Francisco de Asís es un ejemplo de su radical terquedad; tiene un cuadro de estudio, guarda una cartulinas con una visión amplia de lo que pretende hacer, pero Guillermo Rivas Navas siempre será una especie de eterno insatisfecho. “Pero cuando yo firmo un cuadro, todo está terminado”.


Es un costumbrista que ha renunciado a la provincia. Un tríptico sobre La Novia de Tola es un trabajo de sincera maestría y que quizás  como otras pinturas “muy especiales” siempre estarán en la lista innegociable de su colección particular.


El arte de Rivas Navas no ha sido fácil.  Él lo confiesa sin adoptar la estereotipada pose del sufrido creador. Hay que creerle: “He tenido mucha dificultad para que me obedezca la mano derecha”. 

LEONCIO SÁENZ. (Abstracción). Noviembre, 17 Febrero de 1963.


RUBÉN CUADRA HIDALGO. 1958


miércoles, 30 de julio de 2014

Crítica pictórica EL GÜEGÜENCE EN TAGÜE. Por: Jorge Eduardo Arellano. En: LP. 11 de diciembre de 1976.


La exposición que sobre El Güegüence organizó Merceditas Gordillo en la “Galería Tagüe”, con motivo de su segundo aniversario, es una de las más significativas de nuestra pintura contemporánea. En ella, los pintores –o varios de los principales—confirmaron dos logros definitivos. El primero fue el dominio absoluto del color.

No deja de tener importancia señalar esto porque nuestros pintores aceptaron por norma creadora, durante la década de los sesenta y parte de la siguiente, la búsqueda de un nuevo colorido basado en una gama austera, metálica, violenta y férrea, con tendencia a la monocromía y dentro de una atmósfera oscura. Y aunque esa actitud fue superada hace pocos años, tanto a nivel colectivo como individual, hasta ahora se ha desplegado con segura firmeza en una exposición.

En ese sentido, cada uno de los cuadros presentados por Leoncio Sáenz es una fiesta de color; titulado precisamente “La fiesta de Diriamba” (185 x 124 c/u), este díptico reúne el mayor número de tonos posibles integrados en un movimiento bailable, que se observa en todo el contexto y concretamente en la iglesia y las casas, los ejecutores del “Toro-huaco” y el paisaje. Lo que Sáenz elude en el tema: la obra El Güegüence que sólo muy lejano e indirectamente se vincula a la fiesta patronal diriambina; pero no olvidemos que él fue el primero en enfrentarlo y, desde luego,  su máximo dibujante hasta el agrado de tener un imitador pictórico feliz: Alejandro Canales.

El segundo logro confirmado es la compenetración con un elemento de la identidad nacional, a la que también se han dirigido ampliamente nuestros pintores en los últimos años. Por eso concibieron el tema no como algo propuesto en forma circunstancial, sino como una tarea ineludible, como una prueba de fuego que pasaron sobre todo Alejandro Aróstegui, Alberto Icaza y Carlos Montenegro.

Los dos “Macho Ratón” (123 x 124 c/u) de Aróstegui, en posiciones variadas, fueron tratados como lo sabe hacer este gran pintor, con acertada sobriedad. Los colores, el dibujo y la composición –llevando de trasfondo el horizonte volcánico de Nicaragua—tienen esa marca. Pero su revelación fue “El Güegüense” (185 x 124), verdadero retrato del mestizo que se da en el rostro “ladino” y en las manos: una sosteniendo la máscara española –que refleja la cultura impuesta por el conquistador—y la otra haciendo la “guatuza”, es decir: rebelándose contra la imposición cultural que lo ha creado: contra sí mismo.

Más libre y subjetiva es la interpretación del tríptico de Icaza (270 x 70); un conjunto plegable –como el de la bambalina--, rico en sugerencias, con un significado predominantemente prehispánico, expresado en las fuertes, negras y pétreas texturas de los petroglifos que representa. Con ello, el pintor nos recuerda el origen indígena de la obra, o mejor dicho, su estructura convergiendo ligeramente con la tradición peninsular; así lo hace ver al conseguir un efectivo contraste con las máscaras españolas –casi de seda de tan vivas—enmarcadas en una especie de ventana. Según esta interpretación, la riqueza teatral de El Güegüence —hondamente aborigen— apenas participa del elemento hispánico.

Por su parte, Carlos Montenegro vio en esta ocasión una oportunidad más para profundizar en el alma americana –como él afirma—o nicaragüense, que sería menos impreciso. Porque “El Güegüense” es toda una penetración psicológica en el personaje, viejo de risa malévola; “El Alguacil”, una recreación fiel del saludo formalista; “El Gobernador Tastuanes”, una representación de la orondez cortesana, y “Don Forsico y las doncellas”, una escena colectiva vitalmente popular pocas veces vista y provista de un sentido picaresco único. Con una dimensión de 103 x 74, los cuatro poseen la perfección detallista que nos remonta al pasado ya característica de Montenegro.

Sobre los otros expositores, tenemos poco que decir: Sobalvarro y su rimo envolvente en “Güegüence o Macho Ratón (96 x 62) no aporta ninguna idea interpretativa de la obra, lo mismo Omar DLeón, quien yerra en “El camalerón del Güegüense” (96 x 62) al preferir un modelo de raza negra que parece afroantillano antes que negroide nicaragüense. Sin embargo, DLeón mantiene su delicadeza poética en “Suche Malinche” (37 x 26) y la proyección de su yo en “El nefasto Macho Ratón” (96 X 62).

Y en cuanto a las expositoras, tampoco hay enfrentamiento directo, sino alusiones tangenciales e ingenuas a la obra, aunque bien realizadas.

El Güegüence, pues, tiene ya sus intérpretes plásticos. Y, al menos tres de ellos, excelentes.  

PINTURA Y ESCULTURA EN NICARAGUA, 1860 – 1968. Por: Rolando Steiner. En: Encuentro, Revista de la Universidad Centroamericana. No. 3. Mayo-Junio de 1968.

En la inédita Historia del Arte Nicaragüense, figura en primer término el nombre y la obra del pintor TORIBIO JEREZ, quien en 1860 personificaba la potencialidad  creadora y la necesidad de individualizarse del incipiente arte pictórico nacional. Intuitivo, autodidacta, sus retratos de damas e imágenes sacaras predominaron en los salones de León y en las capillas familiares de la época imponiendo un estilo y una maestría personal.

En 1870, destacó en Masaya el pintor ALONSO LEON CALDERA, quien alcanzó renombre entre sus contemporáneos por el retrato que hizo de San Ignacio de Loyola, basado en una escultura de origen español.

También merece señalarse las escenas de batallas y los dibujos a pluma del escritor autorizado biógrafo de Darío, General ALFONSO VALLE.

El  tradicional arte sacro estuvo representado por JUSTINA BACA CALLEJAS, de Chinandega, autora de las decoraciones en los ventanales de la Iglesia de La Merced, de León, infortunadamente deteriorados por el tiempo

ANTONIO SARRIA, pintor originario de Masaya, perpetuó su nombre al realizar la monumental Vía Sacra en la histórica Catedral de León; también es digno de mención el granadino JORGE NAVAS, escultor de las figuras apostólicas en la citada Catedral. Su labor fue ardua y difícil, ya que las imágenes fueron talladas en piedra.
CUADRA HIDALGO, RUBÉN. La Catedral de León, vista desde  el extremo de la Calle de la Bartilona.  1969.
El primer impresionista de Nicaragua fue el pintor leonés JUAN BAUTISTA CUADRA, quien recreó el paisaje local a través de luces y de mancas de color.  Contemporáneos suyos fueron PASTOR PEÑALBA y ARISTIDES HAZERA.

En Managua, LEO F. ARAGÓN, plasmó una interesante  obra, diseminada en oleos y dibujos al crayón.

FRUTOS ALEGRÍA, de Masaya, fue apreciado por sus acuarelas, aguasfuertes y pirograbados, realizados en cuero y madera.

Uno de los más reconocidos naturalistas de Nicaragua, es el pintor leonés ALONSO ROCHI, quien ha alcanzado prestigio internacional por su fidelísimas composiciones florales, bodegones y naturalezas muertas.

Valioso y desconocido, CARLOS G. ZELAYA, de Managua, sobresale por la luminosidad tonal de sus acuarelas y por su variada temática.

RUBÉN CUADRA, de León se caracteriza por la controlada libertad expresiva de sus paisajes y retratos, realizados con personal técnica.

La prematura muerte de RAMÓN IGNACIO MATUS, de Jinotepe, y el voluntario exilio de Rafael Mejía Martí, --RAMEN--, privaron a Nicaragua de dos destacados artistas, que habrían enriquecido nuestro patrimonio cultural.

Es importante observar que, salvo limitadas excepciones que desconocemos, los pintores señalados anteriormente no adquirieron conocimientos plásticos académicos, siendo sus obras fruto de su propia experiencia y disciplina. Tenacidad creadora que ha conformado una antigua y ya rica tradición pictórica en Nicaragua.

En la década de 1940-50, un grupo de jóvenes pintores sobresalieron por la buena aceptación que dieron en sus obras a las corrientes europeas en vigencia. FRANCISCO BARBERENA, PABLO ANTONIO CUADRA, CARLOS MOLINA ARGÜELLO, SALVADOR SACASA VELA, ERNESTO BROWN y ADÁN SELVA, imprimieron nuevas formas y perspectiva a la conservadora y naturalista pintura nacional.

En este período, TOÑO LÓPEZ es el más original caricaturista. Ágil, mordaz, certero en la intención humorística, la bohemia y la política lo radicaron en Cuba. JOAQUÍN ZAVALA URTECHO desde el suplemento cómico “Ópera Bufa”, satirizó gráficamente y con fina ironía a personajes del gobierno y a instituciones estatales. El doctor GUILLERMO SEVILLA SACASA, FELIPE ARGÜELLO BOLAÑOS, NIEVE ANDINA ARNESTO, JORGE AMPIÉ y PETRONIO CALDERA, son particulares exponentes de este minoritario arte.

Bajo el patrocinio del Presidente General Anastasio Somoza García se había fundado en 1939 la Escuela Nacional de Bellas Artes, dirigida por GENARO AMADOR LIRA, quien dio preponderancia al desarrollo de la escultura logrando formar a dos valiosos artistas: FERNANDO SARAVIA y EDIT GRÖN.

En 1947 se incorporó al movimiento pictórico nacional RODRIGO PEÑALBA, quien ya había expuesto con notable éxito en Roma y Nueva York. Peñalba fue nombrado nuevo director de Bellas Artes, reuniendo alrededor de sí a un interesantísimo grupo de alumnos adolescentes, que han constituido posteriormente el núcleo de la pintura contemporánea nacional. Entre ellos, señalamos a: OMAR DLEÓN, poseedor de una extraordinaria riqueza cromática, cultiva diversos temas y estilos, pudiendo ser realista, expresionista, neo-figurativo y abstracto. Utiliza óleo, acuarela, tintas y crayones, siendo sus mejores obras las que exponen sus temas favoritos composiciones florales, bodegones, naturaleza muerta y retratos.

FRANCISCO PÉREZ CARRILLO ha centralizado su interés en el figurativismo. Sus retratos merecen especial atención por el tratamiento de la piel y  la expresión de sus figuras.

El más riguroso, experimentador, intelectual y  renovador pintor joven de Nicaragua, es ARMANDO MORALES, quien ha obtenido dificilísimos y codiciados galardones internacionales en América Latina y España. Muestra en sus obras una excepcional maestría en el dominio del color y en la composición de sus cuadros. Neo-figurativas o abstractas, sus obras gozan de gran cotización en galerías norteamericanas, francesas, sudamericanas y españolas. Algunas de sus pinturas fueron adquiridas por el Museo de Arte Moderno de Nueva York.

CÉSAR CARACAS es el único muralista nicaragüense con temática social. Sus agresivas figuras exteriorizan su intención ideológica y manifiestan su pericia en el dibujo.

NOEL FLORES CASTRO es un joven escultor egresado de Bellas Artes y con estudios en Florencia.

GUILLERMO RIVAS NAVAS ha disciplinado su pintura con cursos académicos en México, Brasil y España, siendo un estilista de la pintura sacra y  un personal intérprete de las corrientes pictóricas sudamericanas. No pertenece al grupo de Bellas Artes.

LEONCIO SÁENZ, ARNOLDO GUILLÉN, SILVIO MIRANDA, CÉSAR ANTONIO IZQUIERDO, LEONEL VANEGAS, ORLANDO SOBALVARRO, LUIS URBINA, GENARO LUGO, DINO ARANDA, RÓGER PÉREZ DE LA ROCHA, ALEJANDRO CANALES, ALBERTO ICAZA Y CARLOS VELA, forman las últimas promociones pictóricas de Nicaragua, constituyendo un potencial núcleo de nuevos valores.

ASILIA GUILLÉN, la gran pintora primitivista nicaragüense, ocupa su privilegiado lugar en la Historia del Arte de Nicaragua. Sus excelentes y elaboradas telas se exhiben en los más exigentes museos latinoamericanos y europeos.

También ADELA VARGAS, de León, es una notable artista primitiva, y sus lienzos son bien apreciados por la crítica.

Intuitiva y autodidacta, MARÍA TERESA SÁNCHEZ,  interesa por la poética expresión de sus retratos de niños y por las delicadas tonalidades de sus óleos. Sus esculturas monumentales de vírgenes poseen una libre estilización lineal.

Recientemente la Escuela Nacional de Bellas Artes ha sido el epicentro de las más importantes muestras internacionales de pintura que hayan llegado a Nicaragua. En primer término, destacamos la EXPOSICIÓN DE ARTE CONTEMPORÁNEO ITALIANO, reunida exclusivamente para los países centroamericanos, y que incluyó más de ciento cincuenta piezas de famosos realizadores italianos, permitiéndonos admirar los lienzos de RENATO GUTTUSO, GIORGIO MORANDI, GIORGIO DE CHIRICO y FELICE CASORATI y las esculturas  de CIACOMO MANZU, MARINO MARINI, EMILIO GRECO y HUMBERTO MASTRIANNI, entre otros. El total de las obras estuvo valorado en veinte millones de córdobas.

La exposición de GRABADORES DEL MUSEO DE ARTE MODERNO DE NUEVA YORK, presentaba originales de PICASSO y de MIRÓ, así como más de sesenta y cuatro de creadores europeos y latinoamericanos. La muestra se particularizaba en composiciones abstractas y neo-figurativas.

También se inauguró recientemente en Bellas Artes una interesante exhibición de la PLÁSTICA MEXICAN DE HOY, que recogía cuarenta y tres telas de maestros mexicanos, entre los que figuraron RAÚL ANGUINO, FELICINAO BEJAR, LILA CABRILLO, PEDRO Y RAFAEL CORONEL, JOSÉ CHAVEZ MORADO, JORGE GONZÁLEZ CAMARENA, JOSÉ REYES MEZA, WALDESMAR SJOLANDER La exposición se presentó bajo el patrocinio cultural de los gobiernos de México y Nicaragua y nos dejó apreciar el arte y la fuerza plástica de unos de los movimientos artísticos más interesantes de Latinoamérica.
     
Otras exposiciones en Bellas Artes visualizaron las modernas expresiones de la PINTURA JAPONESA Y NORTEAMERICANA, además de una colección de ARTISTAS AFICIONADOS de Nicaragua.


Realizaciones personales de JOSSIE SALINA, CARLOS MONTENEGRO y  de la pintora primitivista noruega SIGGRUND T. HOUGH, han sido exhibidas en la Galería Praxis, de Managua. 

martes, 29 de julio de 2014

SOBRE UNA CRÍTICA PICTÓRICA DE JORGE EDUARDO ARELLANO. Por: Genaro Lugo. En: La Prensa, 18 de diciembre de 1976

Felizmente se hizo “Crítica Pictórica” de una exposición de pinturas tratadas bajo un mismo tema “El Güegüence”. Digo felizmente, porque la crítica de Jorge Eduardo Arellano está basada en elementos de juicio bien conocidos por él, ya que entre los más documentados güegüencistas destaca como buen historiador y bibliógrafo que es; pocos son los que se le comparan.

La manera como encara cada cuadro da muestras de una gran responsabilidad y fuerza de crítico sobre lo que está describiendo, señalando, apuntando siempre en el contenido del mensaje. Afronta su carácter ejemplarmente al recibir e interpretar con entereza lo que está pintando en el cuadro y según la manera como esté tratado el tema, él lo desmenuza –va a lo que va—sin preferencias ni contemplaciones, sin favoritismos, mucho menos el perdón. No hay rebuscamiento ni enmarañamiento en palabras técnicas, sofisticadas; pictóricamente, este tipo de crítica es la que necesitamos, no para poner a cada quien en su lugar, sino para reestructurarnos y realizarnos plenamente como artistas en la proyección de nuestras obras.

A veces son más importantes en su efectividad estas sacudidas o tamizadas, para despertar del sueño alucinante de fama y gloria, que deja como secuela los concursos de pintura, sobre todo en los premiados.

Sigo pensando que Jorge Eduardo es uno de los indicados para escribir la monografía de Pintura Nicaragüense; él y Pablo Antonio Cuadra con su PRENSA LITERARIA están contribuyendo en forma directa al enriquecimiento de nuestro acervo cultural.

Felicito pues al Poeta Jorge Eduardo Arellano por su acertada “Crítica Pictórica” y sería excelente que mantuviera siempre esa misma línea y si es posible esa columna en el periódico, porque, repito, es muy importante que hay este termómetro balanceador, que así, en su forma didáctica de expresión y con esa gran precisión catedrática que posee, enseñe al pueblo, a los que gustan del arte pictórico y a nosotros también, cómo saber interpretar una pintura.


Diciembre 13 de 76. 

PINTORES NICARAGÜENSES: CASTELLÓN. La Prensa, 4 enero de 1970


La obra de Rolando Castellón es poco conocida en su patria, Nicaragua. Sin embargo, es un valor muy cotizado en Estados Unidos, donde vive y donde ha hecho numerosas exposiciones con gran éxito. Actualmente Castellón-en plena juventud todavía-ha dejado abierta una exposición de sus últimas pinturas en la galería Badajoz de don Francisco de California, y ha viajado a su patria a pasar navidades y año nuevo.

Por lo menos dos o tres veces hemos llamado la atención desde estas páginas hacia la original y personalísima obra de Castellón, que no por lo actual y experimental deja de revelar profundas raíces en nuestra tierra y en nuestro país indígena. Este dibujo  -sobre el tema de Icaro- es inédito, y con él y bajo su signo inauguramos el nuevo año 1970 en que ya el hombre ha reemplazado las fallidas alas del antiguo personaje mítico, lanzándose victorioso al espacio cósmico.









Dos dibujos más de Rolando Castellón que muestra lo mucho que aún puede vítalizar la nueva pintura nicaragüense, la inspiración y los temas de nuestro indígena prehispano.
Castellón, actualmente en Nicaragua, proyecta una amplia exposición de su obra en Managua.



ESTATUA PARA EMILIANO. La Prensa, 15 Enero 1977.





Mañana domingo 16. sera desvelizada en Granada  la estatua del General Emiliano Chamorro, al comienzo de una nueva avenida abierta por la presente gestión alcaldicia.

La estatua fue esculpida por Edith Gron, y encargada por don Abel Gallard, uno de los últimos amigos del General Chamorro, que aún vive. 

Don Abel hizo un sobrehumano esfuerzo no sólo por costear el monumento, sino por conservarlo cuando después del terremoto cayó la casa en que lo tenía guardado, de manera que el mérito principal del homenaje al caudillo conservador, se debe a él.

SEIS PINTORES CONVERSAN, Julie Aguierre, Hilda Vogl, Pablo Beteta, César Izquierdo y Leonel Vanegas.


CURSO DE PINTURA IMPARTIDO EN BOACO. 11 de_marzo de 1981.


lunes, 28 de julio de 2014

DON RODRIGO PEÑALBA PINTA A SU NUERA, HELLEN ILEANA. 16 Oc. 72


ARTISTA NICARAGÜENSE GANADOR DE LA III BIENAL IBEROAMERICANA DE ARTE. En: El Nuevo Diario, 13 de septiembre de 1982.


El conocido pintor nicaragüense, Alejandro Aróstegui, recibió en fecha reciente el premio de la III Bienal Iberoamericana de Pintura, que se efectuó en México del 28 de julio al 27 de agosto patrocinado por el Instituto Domecq, A. C. con la asesoría del Instituto Nacional de Bellas Artes.

El premio consistió en mil dólares y un diploma honorífico, y fue otorgado a los tres cuadros presentados por Aróstegui en dicha exposición donde participaron cerca de 300 trabajos de diferentes artistas iberoamericanos.

La exposición que se denominó “El Paisaje en la Pintura Contemporánea”, pretende contribuir una mayor valorización y estimulo en la sensibilidad artística. 

La pintura de Aróstegui se basa esencialmente en objetos de desecho como un símbolo de lo inservible en una sociedad de consumo, sin embargo toda su obra es una regeneración de escombros, un basurero nutrido. El amoroso tratamiento de material tan deleznable, su sacrílización (sic) misma le otorga un sentido religioso de fe en la vida  y su rescate de la muerte.

“El Paisaje en la Pintura Contemporánea” participó en la Tercera Bienal Iberoamericana de Artes a través de invitaciones realizadas por los asesores nombrados para tal efecto por el I. C. D. quienes consideraron para cada caso la labor realizada por el artista. Esta exposición también fue abierta a todos los pintores de los países de habla española y portuguesa.

Los requisitos para participar en el certamen, consistían en que las obras se hubiesen realizado después de 1978, y no haber sido presentadas en ningún concurso. En el evento se otorgaron tres premios y cuatro menciones.

Aróstegui quien cuenta con 47 años de edad, es originario de Bluefields. Estudió pintura en Bellas Artes, Estados Unidos y Francia. Fue fundador del grupo Praxis en 1963 y director de la galería del mismo nombre.

EXPOSCIONES DE ARÓSTEGUI


Aróstegui ha presentado exposiciones en Francia, España, Venezuela, Cuba, Colombia y Centroamérica. Sus dos más recientes exhibiciones han sido en el presente año: una en el Museo Moderno de México y la otra en la Asociación Sandinista de la Cultura (ASTC), ambas dedicadas a la Revolución Popular Sandinista. 

EL INDIO GARCÍA Y MASAYA A TRAVÉS DE LA PINTURA. Por: Mildred Largaespada. En: Gente. Año I. No. 28. 6 de Julio de 1990.



Gente Interesante

Dice que cuando era un bebé, lo prestaron para que fuera Niño Dios. Pero ocurrió que como era tan lindo, se enamoraron de él y temiendo que lo robaran, en su lugar pusieron a un “chelito”. Por eso es que el Niño Dios no es chirizo como somos en Monimbó”, comenta Manuel Antonio García Moya. Sin duda, su versión sobre la identidad del Niño demuestra su buen humor y la irreverencia del indio monimboseño. Porque Manuel es “El Indio García”, de sangre indígena, masaya de nacimiento y managua a la fuerza —tuvo que venir a la capital para poder sobrevivir.

Pero sobre todo, es un “registrador de la historia”, que en su caso, no la escribe sino que la pinta, en chiquito, en primitivo, en esas minúsculas figuras inamovibles y profundamente expresiva. Manuel es el primer pintor primitivista de Nicaragua y el que ha llevado su obra al muralismo.

El tono serio con que iniciamos la entrevista se esfumó después de los primeros cinco minutos, pues más tarde y sin percatarse hablaba sin parar, desplegando una sonrisa matizada por dos dientes de oro en su dentadura postiza. Tiene 51 años de edad y treinta de pintar. Eso no le impide recordar sus tiempos de jugador de chibolas…

Masaya: años 40. Manuel regresa a aquellos días en los que le fascinaba elevar una cometa entre las calles polvorientas en su barrio natal. Nació en un ambiente marginado. “Fuimos muy pobres, me inquietaba ese deterioro y más tarde eso era lo que estaba pintando”, dice suavemente sustituyendo las “eses” por las jotas”.

Tuvo una familia numerosa, 15 hermanos. Ahora sólo quedan 4, porque todos se fueron muriendo cuando estaban pequeños. Vendió verduras con su madre y  cortó café: “con eso nos sosteníamos con tal de conseguir con qué comer”. Su alegría más grande en esos días no fue el auge de la televisión, sino haber comido los tres tiempos. Aprendió los oficios de mecánica, zapatería, sastrería, pero ninguno le gustó. En Managua aprendió a tomar fotografías y  a restaurar rostros, oficio que más tarde lo llevaría por las calles y el malecón del Lago para hacer fotos a la gente con una cámara polaroid y cobrar 10 pesos por las mismas.

En el 59 llegó a la Escuela de Bellas Artes para descubrir el verdadero sentido de sus manos y su imaginación. Encontró la respuesta a esa inquietud de años y empezó, con el entusiasmo de los que han encontrado el motivo de vivir, a registrar su historia y la de su país.

“Allí conocí a Rodrigo Peñalba y aprendí la técnica del color. Nunca pensé estar en la escuela por ganar plata, sino porque me gustaba pintar”, expresa confesando ese primer sentimiento de los artistas y al cual muchos renuncian más tarde.

Manuel relata que en esos tiempos nadie vivía de la pintura y nadie compraba. Él trabajaba para poder pintar y lo hizo como office-boy, luego como dibujante publicitario y más tarde montó una fábrica de marcos y una galería. “Quería pintar a las vendedoras, el paisaje, mis calles. Me entusiasmaba lo que hacía”, expresa acomodándose un sombrero de felpa negra, que usa desde hace muchos años. Nunca le interesó leer un libro sobre pintura y es más, un amigo, Carlos Montenegro, le dijo que no lo hiciera para que siguiera pintando tal y como lo hacía, con su estilo primitivista.

Pero fue un artista marginado. Sólo unos pocos le admiraron su obra. Los más, negaron el hecho de estar frente a un artista. Casi permaneció en el anonimato.

De hecho, el Manuel que conocemos emergió de ente las sombras en la última década. Toda su obra tuvo que ser homenajeada, por el simple hecho de merecerla, porque estaba allí, porque merece la pena admirar lo bueno. El Indio García ha tenido mucho reconocimiento internacional, varios premios. El mural primitivista más grande del mundo, 30 metros de alto, pintado en Berlín, tiene su firma.

¿Qué quisiera hacer ahora?

“Quisiera volver a nacer. Ser un niño y hacer algo maravilloso”.

Y… ¿qué le hubiese gustado ser?

“Siempre artista, siempre pintor. La vida se termina, pero mi obra va a quedar, no para mí, sino para todo el pueblo que está pintando allí”, dice y al ver su obra uno se da cuenta que las figuras de Masaya están totalmente plasmadas en su obra.

El primer cuadro que hizo fue una copia de un libro de lectura: unos venados y una laguna. “Me quedé admirado por que lo hice muy bien. Creo que ya nace la persona con esa cualidad. Era una acuarela y sin ser acuarelista me quedó muy bien”, confiesa con la “modestia” que caracteriza a los artistas.

¿Qué piensa de su pintura?

“No me considero un buen pintor. El arte no tiene límites, siempre sigue adelante. El artista está en búsqueda permanente. Yo busco también”, comenta.

Tiene dos cuadros con los que se identifica plenamente: El Apocalipsis y el Juicio Final. Son dos obras surrealistas en estilo primitivista.  El Apocalipsis… de liberación –como él lo llama muestra a Monseñor Obando llevando la mitra que en este caso es la cabeza de Reagan, hay guardias y guerrilleros sandinistas, incendios, obscuridad.

Según la época que le toca vivir, Manuel ha pintado su mundo: Masaya, la laguna, los ranchos,  las fiestas religiosas y civiles. Va registrando sus emociones y utiliza los colores más alegres. Se sitúa entre la realidad y su propia opinión. Por eso lo pintado no es precisamente lo que es y al revés.

¿Cuáles son sus actuales preocupaciones?

“Yo creo que la juventud está descontrolada, su vida es muy agitada. No sé si el progreso ha hecho esas cosas. El mundo sigue su curso y no puede pararlo nadie. Pero me parece que los jóvenes están propensos a adoptar vicios y hay que cuidarse”, expresa haciendo un gesto de desaprobación”.

“Hay otra cosa que me preocupa y es la discriminación hacia las personas. Para mí todos somos iguales. Cada quien nace como debe nacer y hace su vida como la quiere hacer y hay que respetarlo. No estoy de acuerdo con la marginación a los negros, ni a los indios, por ejemplo”.

¿Y la discriminación sexual?

“Tampoco. Hay que valorar al ser humano, sea de un sexo o del otro. Hay que ayudarnos mutuamente, para que vivamos en un mundo feliz y en paz”.

Al pintor le gustan dos épocas del año en especial y estas reflejan cómo se ha dividido su vida. “En agosto bailo y brinco con Santo Domingo  y en septiembre con San Jerónimo. Los dos son chimbarones. Me alegra la marimba y los bailes típicos. Yo soy Masaya, pero también “managua”.

Se confiesa como un enamorado empedernido. “Las mujeres son sagradas, hay que mimarlas y darles su lugar. Cuando uno se enamora siente amor, no sé si lujuria, es algo agradable”, expresa.

Se considera una persona amigable. “Si me hablan, hablo. Cuando platico después tiene que aguantarme. Es verdad que tengo una cara seria y agria, pero en el fondo soy amoroso”.

¿Qué quisiera hacer en los próximos días?


“Seguir pintando. Y pienso que hasta cuando lleguen mis últimos suspiros de vida, estaré en la cama haciendo la última raya”. 

LOS 50 AÑOS DE ARNOLDO GUILLÉN. En: El Nuevo Diario. 27 de febrero de 1991.


Prepara obras de todo lo vivido


Este 18 de febrero arribó a sus cincuenta años de vida el famoso artista de la pintura residente en esta capital Arnoldo Guillén Rodríguez, quien asegura sentirse satisfecho porque en cinco décadas ha logrado ver, sentir y conocer, las tristezas y alegrías de todo este tiempo.

HARÁ EXPOSICIÓN

Egresado de la Escuela de Artes Plásticas en los años sesenta, lo que más preocupa en este momento al pintor es poder reunir una cantidad de obras suficientes para a fines de este año hacer una exposición en la que tratará de representar cada una de las cinco décadas vividas.

¿Cómo valorar sus obras a través de diferentes tiempos con gobiernos distintos?

Definitivamente esa cuestión es muy marcada: En años de la dictadura, antes de 1979, unos estábamos organizado en el movimiento cultural Praxis y otros en el contexto de la lucha revolucionaria en la práctica y la política, aunque claro está que la organización neutra nació como una necesidad política.

Después de 1979 fue muy grande la fuerza con que se desarrolló el arte en Este país. El cambio afectó a todos los artistas en general. En lo respecta a mi obra ha sido objeto de interpretar de alguna manera los cambios revolucionarios. Mi obra siempre está ligada al proceso revolucionario, tales son la serie de cuadros Amanecer, No Pasarán y Esta Tierra ni se vende ni se rinde.

¿CORAZÓN ESPECIAL?

¿Qué corazón debe tener un pintor para soportar los cambios del tiempo?

No podría definir eso en forma categórica, pero los cambios afectan la obra del artista directamente desde el punto de vista emocional, muy fuertemente. Puedo decir que las mayores alegrías o tristezas determinan el desarrollo de un obra.

¿Qué es lo más importante que debe poseer un pintor hoy en día?

Siempre lo más importante es su vocación, su deseo de proyectarse y desde luego de mantener una disciplina enmarcada en la vida y en el arte. Se requiere de disciplina, esfuerzo, empeño, porque ahí está el secreto del éxito. Desgraciadamente no todos tenemos cualidades, tenemos diferencias. En mi particular quisiera realizar todo el tiempo mi obra pero la situación lo limita.

¿Qué aconsejaría usted a quienes quisieran dominar este arte?

Lo más importante en esto es aprender las técnicas académicas. Desgraciadamente en nuestro país ahora faltan escuelas de artes. Aquí está la más incipiente  escuela de arte del Continente Americano y no hay siquiera esperanzas de arreglar este asunto a mediano plazo. Se observa una falta de voluntad absoluta de parte de las autoridades del gobierno por la cuestión cultural…

De las obras suyas que más le gustan Arnoldo Guillén recuerda con especial interés Amanecer No. 6, en el que como elementos principales aparecen el adoquín que representa la lucha revolucionaria y la relacionada al no rendimiento ni venta de nuestro país.

SUS MAYORES DESEOS

Sobre sus mayores deseos, el artista destacó su interés por hacer su próxima exposición enmarcada dentro de las cinco décadas vividas, pero será dentro de algún tiempo porque es muy difícil para que sea a lo inmediato.

Dice Guillén que las emociones negativas afectan mucho a los artistas, y tienen que ver con el sentir artístico y profesional. Como ejemplo puso la inmensa alegría del triunfo de la Revolución que “impactó grandemente y con mucha fuerza en el desarrollo de mi obra”.


Agregó que algunas otras situaciones marcan al artista como la pérdida electoral del gobierno sandinista pero que “eso no quiere decir que no seguiremos luchando”. “Otras circunstancias nos preocupan mucho como es la decisión de los orates conductores de la política norteamericana que impulsan una guerra de más de un mes con resultados devastadores en Irak y en pleno Siglo XX, sin recursos para evitar tanto desastre explicable sólo en la prepotencia y control de los recursos del planeta de parte de Estados Unidos”…