viernes, 31 de julio de 2015

CADA OVEJA CON SU PAREJA:


 NICARAGUA: PÉREZ DE LA ROCHA*

Por: Angela Saballos


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         Róger Pérez de la Rocha pertenece al gremio de los difíciles y no quiere salirse de ese club. Para entrar al mismo se ha distinguido desde muy joven como un niño terrible de la pintura nicaragüense y un individuo que le gusta asustar al medio.

         Enamorado de la Revolución Popular Sandinista, se cortó los pulsos cuando hombres como Silvio Mayorga cayeran en Pancasán. “Soy un sensitivo, un gran sensitivo, un sensitivo que truena las maracas al cajón de la cachimba”, explica.

         
        Desafiante en la pintura y su actitud ante el mundo, Pérez de la Rocha participa en exposiciones internacionales desde 1970 con su obra fundamentalmente basada en la figura humana del pueblo nicaragüense destacada en colores oscuros y rostros difusos. Pedro Navaja a veces y místico otras, de grandes contrastes como persona, puede ser como él dice, “un ángel o un demonio cínico, agresivo y a la vez interesarme por los coludos de mi casa y las tareas escolares de los muchachos”.


         Actualmente Pérez de la Rocha es directivo de la Unión de Pintores de Nicaragua, que se agrupa a unos sesenta pintores, dentro de la Asociación Sandinista de Trabajadores de la Cultura. Ha participado en varias muestras personales y colectivas en Centroamérica, América Latina, Europa y África.

         Sobre su obra y él mismo Pérez de la Rocha:

         Yo no creo que el oficio éste tenga mayor misterio. Pero hay reglas. Esto significa tener disciplina, dominar el fondo, investigar, experimentar, respetar a los antecesores, tener responsabilidad que se traduce en honestidad, en ser inclemente con uno mismo”.


         “Pintar para mí es un rigio. Yo cuando agarro un hoy hasta que lo dejo lucio. Pero esto no quiero decir que son placenteras todas las horas dedicadas a pintar. Muchas veces involucran una gran dosis de sufrimiento. De algún modo soy un espíritu atormentado. Hay en mí un sentimiento trágico de la vida al que nivelo contraponiéndolo en Róger Pérez de la Rocha que baila, que canta, que es capaz de pintar una mujer bellísima y pintar la vida, el paisaje nicaragüense, el aire. Esto me nivela, porque sí no, ya me hubiera suicidado.


         Suelo hacer bocetos. Pequeñas ideas que van surgiendo. Tal vez una idea que persigo, que persigo, que persigo para pasarla después al gran formato. Entonces suelo hacer bocetos, bocetos, que después me sirven como guía.

         Muchas veces surgen las ideas en los sueños o de todo lo que he percibido durante el día. Soy pintor desde que abro los ojos hasta que me duermo y dormido sigo siéndolo, pero hay veces que no hay nada! Y llego ante la página en blanco y no hay nada… Paso entonces a mi mesa de dibujo, al taller, limpio mis brochas, leo las internacionales, delibero, opino, camino, riego las plantas, hablo con el celador, con la vendetortillas, porque yo respeto la tortilla, todo el sentido de la vida que hay en el esfuerzo de una tortilla.

         No suelo pulir mucho. Soy un pintor pasional. Empiezo una obra y voy con ella hasta el final. Es como hacer el acto sexual. Comenzás hasta que terminás. Si inicio un cuadro hoy y  se me queda relegado, la próxima semana se me haría sumamente difícil, porque de hoy a la próxima semana me han sucedido tantas cosas o tantos estados de ánimo he pasado que ya es otra cosa. Ya se me enfrió. No puedo dejar que una obra se me enfríe, porque la pierdo. Son formas de pintar. Conozco artistas que pintan cinco cuadros a la vez, que mezclan sus colores y los aplican uno a uno a todos en los diferentes tonos. Ese es su metodología. La mía no. La mía es: ¡Brangán! Y hasta el final.

         
       Tengo miedo a veces de mi propia agresividad aunque parezca esto de Pedro Infante: Yo mismo me tengo miedo a veces. Estoy claro que no soy un gran pintor, pero estoy claro de que tengo logros reconocidos. Lo importante es ser siempre un rebelde. Yo le aconsejo a los jóvenes pintores que lo sean. Que sean capaces de amar, de tener fuerza en lo que hacen y pintan.

         
        Tuve la suerte de haberme dado cuenta desde niño que éste era el sentido de mi vida. Aprobé sólo sexto grado de primaria, pero mi generación de pintores se inició en condiciones heroicas. Nos centramos alrededor de la lucha contra la dictadura. Fueron años duros de extrema pobreza, pero en la que asumimos consecuentemente el oficio de pintor, ganando nuestra propia guerra de seres humanos. Entonces le encontré otro sentido a mi obra: el hacer de ella un arma ideológica. Tomar conciencia de que a través de este oficio puedo dar testimonio de mi tiempo, de la vida y de la lucha a la que pertenezco.

         Los jóvenes pintores son mi gran esperanza. Me alegra ver un buen cuadro de ellos. Los estimulo. A mí me enseñó el rumbo el pintor Leonel Vanegas, a quien considero mi hermano mayor. Otra de las personas fue el poeta Ernesto Cardenal, con quien me tocó convivir algún tiempo en Solentiname. Francisco de Goya y Lucientes, Vincent Van Gogh, Simone Signoret, Celia Cruz, Frank Sinatra, Rubén Darío, Carlos Martínez Rivas, el pelotero Duncan Campbell, me ayudan a ser quien soy. Van Gogh demostró a todos los pintores del mundo lo que es tener vocación, lo que es ser pertinaz, lo que es desarrollar todo el corazón y toda el alma por la pintura. Uno de los pintores más brillantes del mundo, fue también el pintor que nunca vendió un cuadro (muchas veces el dinero es el peor enemigo de la creación) para los pintores que piensan en enriquecerse ante de pintar! Van Gogh tuvo que pegarse un balazo en el estómago para matar el hambre.

         
        Soy el pintor, pero también soy el taxero del taxi 747. Mi esposa me dice que soy  el taxero de nuestro vecindario.  Pero es que tan taxero soy  que nací casi en un taxi, al lado de una rokonola con Celia Cruz, Benny Moré, Vicentico Valdés, toda la Sonora Matancera. Crecí en el Callejón de Alí Babá y los Cuarenta ladrones en la vieja Managua. Y yo no era Alí Babá. Mis amigos entonces son de todos los calibres. Con ellos hablo de cosas profundas o de locuras y cosas peores porque tengo amigos  superbúfalos, mafiosos que son boxeadores, vendedores de carros, corredores de moto. Tengo también amigos médicos de quienes aprendí mucho, militares, periodistas, Presidente, Vicepresidente, pintores, poetas a quienes le he ilustrado libros y niños. Porque también tengo amigos niños porque tengo hijos. Para ellos he ilustrado cuentos infantiles que resultó ser una modalidad en mi obra, porque imaginate que tuve que quemarle el culo al Tío Coyote! Pero fue una tarea que encomendó la Revolución para la Editorial Nueva Nicaragua.

         Honestidad, sinceridad, son palabras que rigen mi vida. Y las practico. Creo en Dios, pero no para caerle bien al Arzobispo. Cuando Picasso murió, sentí que todos los pintores del mundo nos quitamos de encima un peso. Era el pintor del siglo veinte.


         Considero que Hemingway tiene razón cuando dice que el teléfono y las visitas son los peores enemigos del trabajo del creador. A lo mejor está trabajando en una idea y buscando cómo armarla y de repente la visita que no sabés a qué viene y te podés hasta alegrar –viene a tomarse un trago con vos—pero cuando regresás a trabajar, se te enfrió la idea, o se te fue, o te cambió el estado de ánimo. Ya está metido en el problema o situación del amigo que no encuentra los materiales para su casa, o que tiene un nuevo amor. Y  te quedás pensando en otra cosa y ya no podes seguir trabajando. En este sentido se interrumpe la creación. Uno debe aprender a ser un poco duro para decir que no, que no está, o que está ocupado, o dormido, para que respeten tu  trabajo, por el respeto mismo al trabajo.

         En esto tengo en mi esposa a una compañera que es mi mejor aliada. En mi casa se hace como en la casa del panadero. Todo mundo ayuda a hacer la mezcla, a lavar las brochas. Es determinante si vas a compartir la vida, que sea tu mujer, que sean tus hijos, tus mejores aliados. Yo tengo eso. Y  viceversa: ser uno el mejor aliado de su mujer. Esto para complacer a AMNLAE.

         
         Me tocó estudiar en San Fernando de Madrid, en San Carlos de México y aquí en Bellas Artes. Hay un momento que todo lo aprendido es difícil sacudírtelo. Se te convierte en un muro difícil de romper. De ganas de empezar a pintar como niño. O pintar sin pensar que es un principio Zen que he aplicado. Se siente la necesidad de romper con lo aprendido. Yo estoy en eso. Casi a mis cuarenta estoy dando mis primeros pasos en firme. ¡¡Lo anterior fue siempre un experimento!!

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*Publicado en Nuevo Amanecer Cultural. Año VII. No. 354. Sábado, 4 de abril de 1987. 

jueves, 30 de julio de 2015

LOS PRIMEROS PETROGLIFOS DE NUESRA PINTURA. Por: Mercedes Aróstegui. En: La Prensa Literaria. Sábado, 2 de Mayo de 1992.




         A principios de 1974, tres destacados pintores nicaragüenses: Alejandro Arósteugui (1935), Orlando Sobalvarro (1943), y Róger Pérez de la Rocha (1949), fueron invitados por el entonces director de INDESA Lic Jaime Morales Carazo, a realizar una serie de murales de gran formato, para el Centro Comercial Nejapa de Managua. Tanto el director de la empresa financiera como los pintores, coincidieron en que el tema que se abordaría consistiría en alguna manifestación que reflejara la auténtica cultura nicaragüense.

         Los pintores volvieron sus ojos a nuestro rico pasado cultural y regresaron a sus orígenes. Buscando su identidad, reencontraron los petroglifos: grabados incisos en piedra, que los antiguos indígenas dibujaron, y que se encuentran en diferentes zonas del territorio nacional; en cuevas cavernas y rocas, perdidos en zacatales, a orillas de lagos y lagunas. En un legado ancestral, nuestros aborígenes grabaron toda clase de misteriosos signos: mágicos y religiosos, sus costumbres, su cultura. Todo ello, realizado dentro de una simplicidad de líneas y austeridad de formas primitivas.

         Este herencia se ha constituido en una “silenciosa biblioteca”, según afirmara el poeta Pablo Antonio Cuadra, en su presentación al libro: Ometepe Isla de Círculos y Espirales (1973) del investigador: Joaquín Matilló Vila, quien también registró numerosos petroglifos en otro importante libro: Estas Piedras Hablan (1964). Ambas lecturas indispensables para el estudio visutal del arte rupestre.

         Con ojos certeros y sensibles. Aróstegui, Sobalvarro y Pérez de la Rocha, observaron detenidamente las múltiples posibilidades estéticas que ofrecían los variados dibujos de las rocas. Recreando esta temática, trasladaron a grandes dimensiones forma en las que predominaba el uso de la textura, a semejanza de las piedras, en líneas incisas.

         Estos murales, que los artistas mencionados llamaron petroglifos, constituían también una fiesta de color en acrílicos y óleos, tonos brillantes que contrastaban con la sencillez de los diseños. Cabe señalar que cada uno de los artistas resolvía sus propias composiciones y el colorido en forma individual, de modo que en cada uno de los murales podía fácilmente reconocerse a su autor.

         Es importante manifestar que las grandes dimensiones de los murales dieron a las formas prehispánicas una nueva visión: extraídas y aisladas de su ambiente natural, crecieron, no solamente en tamaño, sino también en fuerza expresiva y plasticidad.

         Sin embargo, este acercamiento a las raíces indígenas, no fue el primero, ni el único en la historia de la pintura nicaragüense.

         Recordamos algunas pinturas de Aróstegui, de los años sesenta, con imágenes de inspiración precolombina, cuadros de ídolos pétreos; otros, de formas delineadas con mecates, rodeados de atmósferas funerales, presentes también en el arte precolombino.

         Otro artista que también incursionó en el arte de tradición indígena, fue: Genaro Lugo (1935), quien a partir de 1963 trabajó una serie de pinturas de ídolos, partiendo de trípodes de cerámica, siendo una de las más importantes su obra: “Canto a la Raza”, de 1966. Posteriormente a la realización de los murales del Centro Comercial Nejapa, Leoncio Sáenz (1935), elaboró otros murales para el Supermercado La Colonia de Plaza España, consistente en una recreación tipo códice del tiangue.

         Y dentro del panorama pictórico latinoamericano, vemos también cómo muchos artistas han recurrido a sus fuentes originales para desarrollar un arte de indudable inspiración americana. Entre otros, podemos mencionar al gran Rufino Tamayo (1899), creador de mitos y de la magia de  su tierra; a Francisco Toledo (1937), cuya simbología animal se encuentra en las raíces culturales de Oaxaca. En el Perú, a Fernando de Szyslo (1925), quien parte del colorido y de la arquitectura Inca, para desarrollar una pintura abstracta, y en el Ecuador, a Enrique Tábara (1930), con sus series de abstracciones monocromas tomadas de su ancestro.

         Los pintores nicaragüenses que realizaron los petroglifos que nos ocupan hicieron alto en el camino, considerando que todos ellos poseían ya una obra consistente y codificada. Aróstegui, con sus collages de desechos y latas aplastadas, en pinturas texturales. Pérez de la Rocha, dentro de una figuración obstinada de monstruos y seres desnutridos. De los tres artistas, quizás fue Sobalvarro quien obtuvo mayor influencia de su incursión en los murales. Este pintor realizaba por esos años del setenta series de pinturas abstractas, de superficies refinadas, dentro de un colorido denso y oscuro. A partir de los petroglifos, Sobalvarro comienza a utilizar colores más intensos, de tierras quemadas; recurre a formas vigorosas, hasta llegar a la serie de “Meninas” y “Magos Precolombinos”, que realizara después de 1974.

         En su libro: Tres Conferencias a la Empresa Privada (Ediciones El Pez y la Serpiente, p. 116, Managua, 1974), el poeta José Coronel Urtecho, en relación a los petroglifos del Centro Comercial Nejapa, afirma: “Para mí esos murales son como ya dije, una obra maestra de la pintura nicaragüense. Por su parte, Jorge Eduardo Arellano, en su importante e imprescindible libro: Pintura y Escultura de Nicaragua, (editado por el Banco Central, p. 62, Managua, 1978), afirma: “pero el fenómeno más importante de los años setenta fue el regreso a la raíz aborigen”…

         Para concluir, debemos expresar, que la realización de los petroglifos del Centro Comercial mencionado, marcó un período importante en las artes plásticas nicaragüenses. No fue éste un caso de memoria colectiva, sino, antes bien, una forma de conciencia de nuestro pasado, una revalorización de mitos y símbolos que pertenecen a imágenes nicaragüenses, desde lo más profundo de nuestra cultura, y sobre todo, un legado artístico de importante y conmovedora presencia.


         Lamentablemente, los murales del Centro Comercial Nejapa, han sido mutilados y trasladados a instituciones y quizás hasta algunas casas particulares. 

miércoles, 29 de julio de 2015

ESCULTURA DE NOEL FLORES. LPL. 13 mayo78














CRISTO DE JUAN BAUTISTA CUADRA



ESCULTURA DE FERNANDO SARAVIA. 1978


CÉSAR CARACAS. 1960


ALFONSO XIMÉNEZ….EL HOGAR NUESTRO DE CADA DÍA*

La Obra por terminar

ALFONSO XIMÉNEZ….


    “Ximénez ha llegado a simplificaciones magníficas del hogar nuestro: tiene sus casas reducidas a su esencialidad poética; algunas parecen captadas en el momento de convertirse en letras de un alfabeto arquitectónico nuevo”, aseguró PACA, luego de observar el mundo pictórico de Alfonso Ximénez; abordando la cotidianidad de la habitación del nicaragüense. A través del óleo sobre tela, el pintor revela el colorido de las casas utilizando líneas marcadas fuertes para luego mancharlas, texturas directas; convirtiendo el paisaje citadino urbano, en una expresión obsesiva por dibujar los “templos” que cubren al nicaragüense.

    Es pues Ximénez alumno predilecto de las lecciones  que sobre el paisaje Peñalba dictaba en la Escuela de Bellas Artes- De ahí su creciente predilección por el expresionismo para asimilar con mayor rigor el paisaje urbano; paisaje habitacional con sus imágenes interiores. La formulación pictórica  de Ximénez radica fundamentalmente en un axioma de la plástica expresionista: convertir en planteamiento estético la realidad exterior e inmediata. Por eso es que su intención no es la deformación de planos y perspectivas sino la utilización de lógicas visuales que lo lleven a la belleza de lo cotidiano.

     Alfonso Ximénez confiesa que pertenece a los denominados informales de la Escuela de Bellas Artes por su breve estadía de sus estudios. El maestro Peñalba tenía dos momentos didácticos momentos didácticos: invierno y verano. El primero consistía en la elaboración plástica dentro del estudio; el segundo fuera de él; es decir, una combinación de interiores y exteriores trabajados de manera individual por cada artista novel. Libertad sobre temas y motivos. “El Estilo surge luego de la búsqueda inicial y la experimentación”, afirma el pintor Ximénez. Pero esa búsqueda debe estar en correspondencia con la orientación didáctica que brindan el lenguaje plástico y el lenguaje literario. De esto último Alfonso sostiene que es un elemento fundamental en la formación de los artistas plásticos, porque –asegura— con la literatura se logran atrapar mundos que son propios a cada artista. “No es necesario hacer bocetos sobre papel o tela sino que hay que hacerlos mentalmente, que son a su vez en blanco y negro, luego vienen los colores asimilados en el ejercicio”, manifiesta Ximénez.

    Hay muchas concepciones sobre cómo y cuándo la obra está por culminar o ya está finiquitada. Alrededor de esta los artistas plásticos sostienen diferentes criterios, pero lo fundamental es tener conciencia de que la plástica, ese duro oficio, posee sus derroteros difíciles, y que a veces tiende a vencer al artista. De ahí que Ximénez afirme que lo único que vence al artista no es la obra por terminar, sino el tiempo. “A Picasso no se le ocurrió morir temprano”, sentencia Alfonso para corroborar sus afirmaciones anteriores”. Los indios no firmaban las obras, en cambio en la actualidad sólo se habla de firmas, técnicas, estilos, etc.” Obviamente sin dejar a un lado el estudio teórico de las muestras pictóricas, pero teniendo presente que lo más importante no es el nombre del artista en sí sino el de la obra en particular.

    En un momento Ximénez retoma el tema de la obra por terminar y confiesa que toda obra es inconclusa., debido al ya externado juicio del tiempo que vence al artista en la conformación de un universo vastísimo capaz de darle al pintor herramientas para asegurar que una obra está terminada. Entendiendo que la obra es el conjunto de ejercicios pictóricos; la obra no es producto de una suma como la creación bíblica, sino producto de siglos, sentencia Alfonso Ximénez. Una concepción personal alrededor de la confección de la obra en todo su conjunto. Alrededor de los estilos el pintor afirma que no son espontáneos ni premeditados.

    Alrededor de la continuidad de la plástica nicaragüense, Ximénez sostiene que hay momento de crisis, pero no entendida generalmente, sino de algunos pintores; esto obedece –afirma— a circunstancias de inmadurez; una crisis de nombre, de hacer lo que está más rápido sin responder a un patrón estético determinado. Continúa diciendo que lo más saludable es la exigencia en la calidad de la plástica con la continuidad debe darse con los certámenes de Artes Plásticas que año con año patrocina y promueve la ASTC. Considera que ese es un buen termómetro para ir midiendo el quehacer de la plástica nuestra.

    Asegura Ximénez que su relación con poetas y escritores le ha ayudado para tener una visión macro del mundo de las artes. A propósito de ello, el pintor afirma que algunos de estos artistas de las letras han realizado trabajos sobre su quehacer plástico: Beltrán Morales, Carlos Alemán Ocampo, Pablo Antonio Cuadra y Ana Ilce Gómez. Quizás producto de esa inmersión en la pictórica de Ximénez fueron dados a la luz esos trabajos.

    Alimentado por la necesidad de dotar su motivo plástico de un contenido extraído de la realidad, el pintor Alfonso Ximénez ha llegado a jugar con la geometría del hábitat nicaragüense; sus entornos, sus dominios internos y lo más importante la concepción del templo; el hogar de cada familia envuelta en el misterio y el sacrificio diario. Signos de lucha escondidos detrás de cada puerta que se abre en los ojos de Ximénez, penetrando con solvencia estética en la característica fundamental del nicaragüense. La conceptualización de un mundo propio dilucidado en cada trazo pictórico con hálitos de cotidianidad es el pan nuestro de cada día del pintor. Ese es el universo pictórico de Alfonso Ximénez, quien a propósito fuera distinguido con una mención de honor su óleo “Paisajes de Casares”, en el recién pasado certamen de Artes Plásticas de la ASTC.


*Publicado en el Suplemento Cultural “Ventana”. No. 301. Sábado 25 de Julio de 1987. Pág. 2. 

jueves, 23 de julio de 2015

FERNANDO SARAVIA Y EL BRONCE DEDICADO AL PRÒCER JOSÈ MARTÌ EN LA AVENIDA DE SU NOMBRE.




Del Escritorio del Director, editor-redactor del Blogspot:

Ese Monumento, fue inaugurado el 28 de Enero de 1977, está ubicado en la parte suroeste que circunvala a la Loma de Tiscapa, y ahora, al fondo y en la parte superior de la laguna, lo acompaña la efigie del General Augusto C. Sandino, en el sitio conocido como "La Loma", en  donde por muchas décadas estuvo el sitial del poder dictatorial somociano; un poco hacia el Suroeste de esa circunvalación, está el Monumento consagrado a nuestro héroe José Dolores Estrada, obra de otra renombrada escultora,  contemporánea del creador del busto a José Martí.  

La escultura en mención, fue erigida gracias a la iniciativa del matrimonio Guerrero-Soriano y del señor Rodolfo León. Pocas personas recuerdan y, la mayoría no sabe que, esa escultura fue elaborada por el Maestro Fernando Sarvavia. 

Desde 1978, los nicaragüenses que transitan por esa vía hasta llegar al "Paseo Tiscapa", topan con  poeta Josè Martí. Este homenaje del pueblo de Nicaragua, ahora tiene en el pedestal una placa de mármol, donde pueden leerse otros versos del Poeta, distintos a los escogidos por los promotores del año 1977. El poema inicial que fue grabado en la superficie de una placa metálica, fue el siguiente: 


                                     “CULTIVO LA ROSA BLANCA
                                      EN JULIO COMO EN ENERO,
                                      PARA EL AMIGO SINCERO
                                      QUE ME DA SU MANO FRANCA.

                                    Y PARA EL CRUEL QUE ME ARRANCA,
                                     EL CORAZÓN CON QUE VIVO,
                                     CARDOS NI ORUGAS CULTIVO,
                                     CULTIVO LA ROSA BLANCA!”


Fue publicado en Novedades. Lunes, 12 de Diciembre de 1977. Pág. 13. 

viernes, 17 de julio de 2015

ARTISTAS NICARAGÜENSES ENRIQUECEN LA NUEVA PINTURA TICA. Por: Gladys Ramirez de Espinosa. La Prensa Literaria. Domingo 24 de Octubre de 1982.


    Ha llegado a nuestras manos un catálogo que lleva por título “Nueva Pintura de Costa Rica” y en él se despliega el contenido de la “Segunda Exposición de la Nueva Pintura de Costa Rica”.


   
       En dicho catálogo se lee lo siguiente:

     “Indiscutiblemente Costa Rica vive un momento dinámico en su cultura que sólo la historia sabrá evaluar. Hoy tiene este país un movimiento de vanguardia en las artes plásticas que hasta hace tres años le era desconocido”.

     Y agrega, “ahora Costa Rica cuenta con un movimiento estimulante para el momento plástico con la aparición del “Grupo de Pintores Independientes” que bajo la iniciativa de Alberto Icaza (nicaragüense) y de Óscar Méndez (costarricense ampliamente conocido en nuestra patria ya que vivió largos años en Nicaragua, compartiendo el quehacer cultural con nuestros artistas) se ha ido conformando desde su primer intento de organización en 1980 y ya tiene la cooperación entusiasta de otros pintores en cuya lista se cuentan en orden de adhesión, Gonzalo Morales y Rodolfo Stanley, Xenia Gordienko, Luis Chacón, Ricardo Ulloa Barrenechea, Martalicia Almeida y Cathy Guiusti, Rafa Fernández y Gerardo González”.

     Historiando sobre este grupo artístico que preside un nicaragüense, Alberto Icaza, encontramos datos interesantes de su trayectoria. En 1981 el Grupo de Pintores Independientes presentó en el Museo Nacional de Costa el “Primer Salón de Octubre” con cincuenta y seis obras, y contó con la presencia, al inaugurarse, del reconocido crítico de arte José Gómez Sicre.

     Luego el grupo asesora a otras exposiciones en diversos centros culturales y la ciudad de San José  se convierte en escenario para la obra de 120 artistas. El Dr. Gómez Sicre invita a nombre de la OEA una selección de 13 artistas bajo el título “Nueva Pintura de Costa Rica”, se inaugura la nuestra en el museo de Arte Contemporáneo de América Latina en Washington D.C., ello fue en el año 1982; la muestra mereció excelente acogida entre críticos y coleccionistas quienes adquirieron la totalidad de las obras expuestas.

     Ahora este dinámico grupo presenta una nueva exposición su “Segundo Salón de Octubre” que cuenta con la participación de artistas y críticos internacionales. En el catálogo de esta exposición figuran 4 destacados pintores nicaragüenses:

     Alberto Icaza, nació en León, Nicaragua en 1945, estudió en la Escuela de Bellas Artes de Managua, Nicaragua, bajo la dirección de Rodrigo Peñalba.


     Niña Bebout, nació en Bonanza, Nicaragua, en 1947, estudio en la Academia Activista Artística  en Milano, Italia; en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Managua; Universidad de Palo Alto California y en los talleres de Manuel de la Cruz González y en el de Alberto Icaza en San José de Costa Rica.


     Arturo Portocarrero, nació en Nicaragua, en 1946, estudia en la Southern University of Mississippi.


   
  Adela Vargas, nació en Granada, Nicaragua, en 1911, conocida artista naive de relieve internacional, su nombre apareció junto al de los grande del Naive en el libro de Oto Bihalji-Merin “Master of Naive Art” y cuenta en su haber, el haber exhibido en los Estados Unidos, Nicaragua, Italia, Bélgica, Brasil, Venezuela, Colombia y España.


    
Todos ellos residen en la actualidad en la hermana república de Costa Rica y con su aporte artístico contribuyen a su desarrollo cultural.

     José Gómez Sicre, uno de los más respetados críticos de arte de la actualidad y quien se ha especializado en pintura latinoamericana, director del Museo de Arte Contemporáneo de América Latina, ha llegado de nuevo a San José de Costa Rica para estar presente en la apertura de este “Segundo Salón de Octubre”, y ello es indicativo de un interés que hace honor a los participantes.

     El presidente de Costa Rica don Luis Alberto Monge inauguró la noche del pasado 11 de octubre esta “Segundo Exposición de la Nueva Pintura de Costa Rica” en el Museo Nacional. Durante el acto los participantes, que dedicaron al mandatario dicha exposición, ofrecieron un cuadro a la esposa del presidente doña Doris Yankelewitz de Monge. “Es fundamental resaltar el hecho de que, ante una situación económica en crisis y proceso de estabilización, el artista responde con más intensidad, porque su necesidad de manifestar se hace más crucial cuanto más agudas son las limitaciones materiales”, y  agregó, “es particularmente necesaria la enseñanza que proporciona el arte en épocas difíciles”, expresó el presidente de Costa Rica, Luis Alberto Monge al inaugurar la exposición.

     Volvemos a reafirmar nuestra convicción de que la Escuela de Pintura que fundó en Nicaragua el Maestro Rodrigo Peñalba, trasciende en el tiempo y en el espacio. Son muchos los continuadores de ese arte que descubrió Rodrigo en el consciente de sus alumnos a quienes armó con el conocimiento para que pudiesen expresarse y proyectarse. Son muchos los maestros de la Nueva Pintura Nicaragüense, algunos de los cuales han traspasado las fronteras patrias llevando a donde quiera que estén ese arte que es parte de nuestro patrimonio.


     En esta misma edición de la Prensa Literaria, reproducimos un artículo sobre Adela Vargas a quien el Diario “La Nación” de Costa Rica dedica amplio espacio.

miércoles, 15 de julio de 2015

A ADELA VARGAS NO LE TIEMBLAN LAS MANOS PARA PINTAR*

   

Adela Vargas tiene 76 años de edad y está pasando por uno de sus mejores momentos artísticos. Aunque en nuestro país no es muy conocida, es una de las creadoras de Pintura Primitiva más importante del continente.


     “A mí las manos no me tiemblan y la vista está perfectamente. Yo voy segura a pintar” dice con un inconfundible acento nicaragüense al justificar su estricto horario, de 9 am. a 6 pm. dedicado a realizar obras que después en el mercado internacional se cotizan en no menos de US$4,000. dólares.

     Doña Adela será la “Estrella” esta noche, cuando el grupo de Pintores independientes inaugure la “Segunda Exposición de la Nueva Pintura de Costa Rica” en el Museo Nacional.

          “SOY UNA MUJER SENCILLA”

     Adela Vargas nació en Granada, el 15 de septiembre de 1906, pues sus padres, Manuel Vargas y Margarita Alfaro, eran oriundos de esa ciudad.

     Al casarse con Luis Icaza Reyes, pasó a residir en León y allí vivió en el lugar natal de Rubén Darío, “hasta que me hizo salir la guerra”.

     “Yo nunca pinté de colegio” advierte doña Adela, y no fue sino hasta que su hijo mayor Alberto, la convenció de lo contrario, que hizo su primer cuadro.

     Eso fue en 1967. La fecha coincidió con la celebración del Centenario de Darío y la obra fue invitada a Managua a participar en la exposición colectiva de carácter internacional que se organizó con ese motivo.

     El acontecimiento atrajo muchos críticos, entre ellos el Dr. José Gómez Sicre, quien seleccionó el trabajo y a la “Joven” pintora para que expusiera en la Unión Panamericana de Washington.

     “Ni yo misma lo quería creer, pues, yo nunca he tenido ambición de plata ni de vanidad, porque soy una mujer sencilla”, confesó doña Adela.

     “Al principio me costaba, pero con el tiempo le he tomado el gusto”, dice refiriéndose a la pintura.

     La propuesta de Gómez Sicre se concretó en 1971, cuando expuso en Washington. Desde entonces su obra se ha exhibido de manera individual en el Milwaukee Art Center y en la Universidad de Dallas.

     Ya en 1967 había participado en la LX Bienal de Sao Paulo, Brasil, y un año después en la Bienal de Lima, Perú. De allí en adelante su pintura ha formado parte de colecciones en Venezuela, Bélgica, Italia, Nueva York, Colombia y Centroamérica.

                  “SI SE ME OCURRE”

     “Yo pinto de imaginación, inspirada por el Popol Vuh, los versos de Rubén Darío y la religión, pero con ideas propias; yo no voy a copiar. Y pinto directo el cuadro, sin hacer bocetos. Es nada más imaginación”, reiteró doña Adela. A mí lo que se me ocurre lo pinto. 

          
¿QUÉ PASA SI NO SE LE OCURRE NADA?

     Si se me ocurre.

     Como soy tan católica es Nuestro Señor el que me guía mi mano. También pinto flores, porque soy una amante de ellas desde niña. Mi madre tenía el mejor jardín que había en Granada. Yo regalo flores y para mí nada mejor que me las regalen. Cuando joven puse una floristería y todos los arreglos los hacía yo, como si fueran telas”, continuó.

     Doña Adela está pintando ahora como en su primera época y asegura “Yo me siento igual”. Durante la Revolución Nicaragüense le fue imposible hacerlo, por “el horror que pasé en León. Las balas pasaban silbando a la par y me lo robaron todo”.

     Ahora crea con calma, sobre recuerdos de niñez y juventud, pues las cosas inmediatas no han podido dañarlas. “Me tranquiliza pintar. Yo pinto sólo cosas alegres, para qué me voy a mortificar con eso de guerras…”

     Con la nueva producción artística le está lloviendo las ofertas para comprar y exponer sus cuadros, y doña Adela se ha llenado de nuevo entusiasmo: “Viera que ilusión”. La gente me pregunta – ¿cuánto te dilatás haciendo un cuadro? Es como que me preguntés cuántos años voy a vivir. No sé. —

     ¡QUE LINDO LE SALIÓ ESO DOÑA ADELA!

         Ya tengo en la cabeza el próximo que voy a pintar.

              ¿Y QUÉ ES?

     Pues más primitivos.

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*En: La Prensa Literaria. Domingo, 14 de Octubre de 1982.


LA REVOLUCIÓN EN UN MURAL DE ALEJANDRO CANALES. Por: Leoncio Sáenz. En: Ventana. Sábado, 22 de enero de 1983. Pág. 15.


En días pasados asistimos a la inauguración de un hermoso mural ejecutado por el pintor Alejandro Canales miembro activo de la Asociación Sandinista de Trabajadores de la Cultura (ASTC) en el Auditorio del Instituto de Seguridad Social y Bienestar (INSSBI) con temas alusivo a a la Revolución en sus múltiples aspectos y facetas, tratados con gran libertad creativa y lucidez interpretativa en todos y cada uno de los elementos que conforman una composición muy moderna, de colores cálidos y vibrantes, unidas a una composición muy equilibrada de proporciones justas casi matemáticas, por la precisión coherente de forma y contenido aunado cierto sentido del arabesco muy propio del artista que ha sabido encontrar en este mural el camino certero hacia mejores logros en el futuro. Nos llena de regocijo al notar el avance cualitativo de Canales en esta obra al abordar el tema de por sí complejo como es el de la Revolución, sino de la forma utilizada al interpretarlo sin el fácil recurso de ciertos manierismos que algunos pintores nicaragüenses, de la década del 50 ensayaron al tratar temas murales, siguiendo las directrices de la Pintura Mural Mexicana, olvidándose de la originalidad que resulta de la libre interpretación de los temas con sentido creativo, sin subordinarse demasiado a ciertos cánones o ideas preestablecidas que limitan y entumecen una obra, por bien intencionada o formalmente pintada que sea, siempre la faltará espíritu o ángel que le dé resplandor y brillo propio será como el reflejo de luna llena en el inmóvil y transparente espejo de un estanque.

     Hemos apreciado en su justo valor esta obra reciente de Canales en el campo difícil y poco explorado de la Pintura mural, quizá porque nuestra tradición artística no se inserta en ese campo, pues es bien sabido que los artistas precolombinos nicaragüenses no lo usaron sencillamente porque no tenían paredes de mampostería en que pintarlos, ya que su arquitectura civil y religiosa no hizo nunca uso de piedra cantera o adobe en la construcción de templos y palacios como Mayas, Aztecas e Incas, a excepción de unos pequeños adoratorios de piedra sin argamasa, lo arquitectos con sabiduría y fino intelecto les indujo a usar materiales livianos como la madera y la paja en sus construcciones que resultaron más resistentes y seguras merced a los continuos terremotos que periódicamente sacudían la tierra, echando al suelo gruesas y pesadas estructuras, como las que edificaron los españoles, para caer luego abatidas por la furia tectónica de esta tierra donde habita quizás en sus entrañas el infatigable Dios Vulcano que no se cansa de martillar el yunque y encender la fragua. El tiempo y la historia dieron la razón de vivir en ranchos a nuestros ancestros.

     Este mural de Canales está pintado sobre una pared de madera laminada, lo cual garantiza que no se desplome al primer temblor, como ocurrió con el terremoto del 72 que destruyó algunos murales en la vieja Managua, al desplomarse las paredes también se iba con ello lo pintado, como sucedió con los murales de Pérez Carrillo y Caracas en el Instituto Ramírez Goyena y los murales en relieve de Leoncio Sáenz en el Supermercado La Colonia de Montoya hicieron posible que se modificaran,  las técnicas, claro ejemplo de ello son los grandes murales pintados por Sáenz en 74 en madera laminada sobre bastidores en el Supermercado de Nicaragua de Plaza España, que por su solidez puede resistir un terremoto sin sufrir daño alguno porque la estructura en que se sustentan es de acero y concreto reforzado, cabe señalar que están ubicados en el interior del edificio protegidos de la intemperie.


     Cabe señalar que este es el tercer mural que pinta Canales en un lapso comprendido de años a partir del triunfo de la Revolución. El primero más grande está ubicado en el Parque Luis Alfonso Velásquez, ocupa una gran pared de taquezal de una casa solitaria que un tiempo fue el restaurante “La Crucita” en la vieja Managua. Es un mural efímero hecho para vivir poco tiempo, pues el fuerte sol y la lluvia lo castigan constantemente, está pintado en acrílico sobre una pared áspera con signos de grietas por todas partes, aquí Canales utilizó una técnica poco usual en su pintura, figuras de mujeres en diversas actitudes, de acentuado volumen utilizando como recurso el claroscuro y los medios tonos. La composición es bastante arbitraria y no lleva una secuencia coherente, las figuras parecen aisladas del contexto total de la obra como añadidas para llenar espacios quedando grandes vanos sin pintar. Su mejor logro es la parte más alta en el extremo derecho de la pared. Una figura de mujer corpulenta se levanta dando la idea de fuerza y monumentalidad. El segundo mural más pequeño está situado en la pared de lo que otrora fuera de Cafetería “La India” de grata recordación de pintores y poetas que en amena tertulia vieron desfilar los últimos días de una Managua agitada y bohemia. Este mural es más bien decorativo de colores brillantes y llamativos, tiene por tema mujeres cortando café, no logra sin embargo darle el sentido que debe tener un mural; parece más bien un dibujo a color agrandado, con pequeños detalles que se pierden a cierta distancia, no logra imprimirle ese golpe que a primera vista totaliza toda la obra en una síntesis. No obstante hace uso por primera vez del color blanco, lo que indica y a un avance que luego desarrollará con feliz resultado en este último mural, donde la composición es casi abstracta, el uso deliberado de colores planos de contraste acentuados por el blanco, formando ya parte integral de la composición, realizando las formas sin perder la entonación total de la obra, que resulta compacta  y homogénea. Lástima que usara colores en esmalte de los que se usan para pintar casas, quizá debido a la austeridad o a la falta de acrílicos en el mercado, lo que impide que los colores sean más vibrantes y transparentes, perdiéndose así un mejor efecto visual más armonioso y acabado. En fin esta obra pese a las limitaciones antes señaladas, conserva calidad y frescura y nos demuestra que puede hacerse arte de calidad usando los medios y materiales al alcance, es también una lección de disciplina y amor al trabajo hecha con dedicación y buen gusto estético de nuestra admiración y  reconocimiento.